El propietario del más importante General Store de Crystal City mostró al cliente otro vestido femenino, primero alzándolo, y luego extendiéndolo sobre el mostrador. —¿Y éste? —sonrió—. ¿Qué le parece éste? Precioso, ¿eh? —SÃÂ… —musitó el cliente—. Pero el color no acaba de gustarmeÂ… —¡Pero si es precioso! —No digo que noÂ… PeroÂ… Bueno, ¿no tendrÃa uno de color azul?