Estaba tendida en el camastro de su celda, completamente a oscuras, con los ojos abiertos y fijos en la absoluta negrura. En su mente desfilaba la terrorÃfica imagen de aquellos dos cuerpos colgando ante ella, pero no podÃa mover ni siquiera los párpados, ni siquiera gritar, ni hacer el menor gesto.
No podÃa hacer nada.
Solamente, ver continuamente, como una imagen eterna, el esqueleto mondo sujeto por alambres y el otro, todavÃa con restos de materia en algunas partes, y los ojos vacÃos, de cuencas enrojecidas, oscilando ante ella debido al golpe. Luego, veÃa a otro hombre, tendido en una camilla y rodeado de hilos eléctricos. Por un lado de la boca de este hombre salÃa espuma rojiza, y el hombre temblaba, temblaba, temblaba. A continuación veÃa miles de pares de ojos que llenaban la oscuridad, mirándola. Y corazones flotando en aquella oscuridad. Corazones muertos, que no latÃan. ParecÃan de goma. Exactamente: de gomaÂ…