El día que Lukas se cruzó en la vida de Mónica ella pensó que no era más
que un chulo, engreído, demasiado desaliñado y seguro de sí mismo. Y
Lukas que Mónica era una mosquita muerta, remilgada, estiradilla y con
un flequillo espantoso. Lo que ninguno imaginó era que, a pesar de
aquella primera y nefasta impresión, ambos se verían obligados a
compartir piso, convivir, y asumir lo que aquella convivencia traería a
sus vidas.
No hay más ciego que el que no quiere ver, y los dos han
decidido ponerse durante largo tiempo una venda enorme en los ojos. Pero
sus locos amigos, unos caseros excéntricos y alguna que otra sorpresa,
les obligarán a hacerlo, poniéndolos a prueba.
¿Conseguirán salir airosos?
Jugando a las casitas es una comedia fresca, juguetona, y tremendamente romántica que asaltará tu corazón.