«Gloria se sonrojó con rapidez. No podÃa creer que su jefecito se sintiera atraÃdo por ella. Era increÃble, porque no podÃa creer que al menos en algo era correspondida. —MmmÂ… SeñorÂ… —Henry —la corrigió. Él estaba en el momento más importante de su coqueteo. —SÃ, sÃ, HenryÂ… No sé qué decir. —El sonrojo dice que quizá yo también te gusto, Gloria. Para mà no es fácil admitir que me gusta mi secretaria, en verdad esÂ… complicado.» —Muy complicado. Yo creo que es mejor queÂ… Henry no pensaba perder a la presa que habÃa caÃdo en sus garras. Abandonó la ventana y fue hacia ella para rodearla. Con discreción, pegó su mano a la de Gloria y apretó sus dedos con delicadeza.