El dÃa quince de noviembre, Ed Cumber cargó sus trebejos de pesca en el maletero de su coche y abandonó la ciudad en dirección a la laguna Gray Glade.
Se habÃa desatado la temporada de lluvias y llovÃa sin pausa desde una semana atrás.
Pero no habÃa lluvia ni diluvio capaz de extinguir la desmedida afición por la pesca que sentÃa Cumber.