—Buenas tardes —dijo unavoz.
Di un respingo en lasilla, despertándome. Apenas hacÃa diez minutos que me habÃa dormido. Observé al tipo queestaba delante. No, no lo habÃa oÃdo llegar, pero era tan pequeñajo que quizáse habÃa filtrado por la ranura de la puerta. DebÃa andar por los cincuentaaños de edad y conservaba muy poco pelo sobre la cabeza. PoseÃa cara de buenchico, ojos defendidos con gruesos lentes y bigotito recortado. Me recordó alperrito de mi vecina. —¿El señor Wyler, Peter Wyler? —Ladro. —Está hablando con él enpersona. El hombrecito sonrió.