Las puertas del Odesa Saloon se abrieron, y un tropel de gente salió a la calle. En el centro del grupo, un hombre maniatado era objeto de la ira de los que le rodeaban. Ten drÃa unos treinta años y era moreno, de ojos azules y tez curtida.
—¡El muy tramposo! —gritaba un individuo de ojos saltones.
—¡Yo le he visto sacar el as de la bota! —exclamaba otro.
—¡Lo colgaremos y asà aprenderá! —declaraba un tercer ciudadano con evidente falta de lógica.
El interesado, a pesar de que su situación no era muy halagüeña, se mantenÃa erguido, mirando irónicamente a sus jueces y verdugos. Se detuvo y todos quedaron igualmente inmóviles.