Juan Gelman dijo en varias oportunidades: «cada libro es obediencia a una obsesión que buscaba agotarse».
En Salarios del impÃo y Carta a mi madre sus obsesiones regresan una vez más: el amor, el otoño, la niñez, la revolución, el cuerpo, la muerte y la persecución incesante de la palabra.
Salarios del impÃo (1993) es la máscara de un libro de epigramas, siempre incompleto, siempre horadado por la imposibilidad de aferrar al misterio, que transita el misticismo de Santa Teresa y San Juan con el tono tono coloquial y la respiración porteña de Gelman que ni los largos exilios le han borrado.
Si Kafka lanzó con desesperación su Carta al padre, Gelman se inscribe en el género epistolar para revisar el sospechoso género de la intimidad en Carta a mi madre (1989): arduo monólogo que dispara preguntas al lenguaje, a la identidad judÃa, a la frontera vida muerte, a la simbiosis con lo materno y al idioma como matriz que alimenta y exilia.
La recuperación de estos textos en un mismo volumen provoca un contrapunto resplandeciente entre el amor y el espanto: un encuentro con la poesÃa en su máxima densidad lÃrica.