Robert Sullivan, de treinta y siete años de edad, pelo oscuro y facciones agradables, detuvo su «Mercedes-Benz» frente al edificio de apartamentos en donde vivÃa Marion Tracy, su prometida, que tenÃa diez años menos que él.
Marion era una mujer realmente atractiva, con unos preciosos ojos verdes, los labios rojos y apetecibles, de pelo castaño, muy rizado, y una figura esbelta, cuidada, en la que no faltaban ni sobraban centÃmetros por ninguna parte.