La muchacha se giró en el acto, descubriendo al hombre que acababa de surgir al fondo del vestÃbulo. Era alto y corpulento.
Brigitte no pudo saber más, ya que el individuo se cubrÃa la cabeza con una capucha negra y vestÃa una túnica roja, tan larga, que rozaba sus pies. De su cuello, pendÃa una gruesa cadena dorada con una cruz en posición invertida.
El encapuchado avanzó unos pasos.