44.º PREMIO ANAGRAMA DE ENSAYO Hubo un tiempo en que el Estado del bienestar expresaba lo mejor de los proyectos polÃticos occidentales tras la atroz experiencia de las guerras mundiales. Hoy vivimos en las antÃpodas, en lo que podrÃamos llamar el Estado del malestar. La erosión del Estado del bienestar se gestó en los años de bonanza económica y se ha consumado en los de la crisis. Y a esa erosión institucional se suma hoy la polÃtica. Todo ello crea un caldo de cultivo del que surgen nostalgias ideológicas y organizaciones populistas que pretenden capitalizar el malestar y convertirlo en un instrumento polÃtico electoralmente rentable. José Luis Pardo entiende la filosofÃa como el arte de hacer preguntas, y en este libro sagaz y necesario plantea unas cuantas muy certeras: ¿cuáles son los ingredientes de este uso polÃtico del malestar? ¿Cuáles son los peligros de una forma de hacer polÃtica que parece añorar la acción directa, eludiendo las vÃas democráticas? ¿Cuál es el papel que debe desempeñar la filosofÃa ante estos retos? ¿Y la universidad como institución? ¿Y el arte y sus vanguardias? Al populismo de los tuits, las pancartas y la demagogia, el autor contrapone un pensamiento crÃtico que nos ayuda a desentrañar la realidad compleja en la que estamos inmersos. Y para ello se sirve del bagaje histórico de la filosofÃa, empezando por Sócrates y su diálogo en el Gorgias con el virulento Calicles, partidario de la pugna, el conflicto y el enfrentamiento frente al acuerdo, que sentencia: «Qué amable eres, Sócrates, llamas ?moderados? a los idiotas.» Analiza también el tránsito de Hegel a Marx, la reaparición en escena de Carl Schmitt y las propuestas de pensadores convertidos en ideólogos como Ernesto Laclau o Philip Pettit, para quienes la filosofÃa debe estar al servicio de la polÃtica. Frente a esta postura, no habrÃa que olvidar la advertencia de Kant: «No hay que esperar ni que los reyes se hagan filósofos ni que los filósofos sean reyes. Tampoco hay que desearlo; la posesión de la fuerza perjudica inevitablemente al libre ejercicio de la razón.» Porque al olvidarla se olvidó también la descripción del «filósofo» que deberÃa figurar en el frontispicio de todas las facultades del ramo, esa que dice que «los filósofos son por naturaleza inaptos para banderÃas y propagandas de club; no son, por tanto, sospechosos de proselitismo». Pensamiento frente al panfleto, reflexión frente al exabrupto y reivindicación de una filosofÃa crÃtica que no sea vasalla de la polÃtica: he ahà lo que propone Estudios del malestar, una lúcida y argumentada advertencia acerca del malestar en el que vivimos y el que nos aguarda.