En México, a un matrimonio de jubilados les toca la loterÃa y piensan poner una fonda en su casa para tener compañÃa y hablar con alguien.
Arreglan la casa y solicitan el permiso de apertura y aquà se suceden las más peregrinas situaciones porque los funcionarios sólo quieren dinero y más dinero: un auténtico despropósito y un suplicio.