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Conocí este libro cuando me enganché viendo Lost. Sawyer era un hábido lector y en un episodio citó una frase de este libro y dijo que era su favorito. La manía de Lost hizo que me dieran ganas de leer todos los libros que se mencionan, aparecen, hay referencias e inspiraron la serie. Y qué decir de Of mice and men... que capaz debería llamarse For the rabbits, aunque el título que tiene le pega igual. No pensé que iba a terminar llorando al acabarlo pero es lo que estoy haciendo mientras tipeo esta seudo reseña. Me pareció un relato tan triste de sueños rotos. Me encantó cómo Steinbeck nos pinta al dúo protagónico y el estilo de vida de estos hombres que iban de rancho en rancho buscando trabajo También me coparon sus descripciones, le pone mucha onda a ubicarte en el lugar, todos los capítulos comenzaban describiendo con lujo de detalles la escena que rodeaba lo que iba a pasar. Tal como nos cuenta la sinopsis tenemos dos protagonistas, George y Lennie. Son amigos y viajan juntos de acá para allá. Tienen el sueño de juntar suficiente dinero para conseguir un terreno propio y trabajarlo ellos mismos, tener un par de animales y sobre todo algunos conejos. Porque a Lennie le gustan los animalitos, sobre todo los que son suaves. Y si se porta bien y hace todo lo que George le dice le va dejar que los atienda y los acaricie. Pero Lennie es un tipo grandote y fuerte, aunque tiene la mentalidad de un niño y no es consciente de su fuerza. Así que cada tanto se manda mocos sin querer que los obliga a irse a buscar trabajo a otro lado. Cuando caen a un nuevo rancho están decididos a trabajar tranquilamente y juntar la plata para conseguir su propia tierra. Pero el hijo del patrón tiene una esposa que se la pasa merodeando la zona en la que duermen o trabajan los empleados, y Lennie queda medio hipnotizado con la chica. Y aunque George le advierta que se mantenga alejado de ella para no tener problemas, las cosas no siempre salen como uno espera.

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El autor de Al este del Edén y Las uvas de la ira, nos deja en este caso lo que iba a ser una obra de teatro (que lo fue) y que finalmente se convirtió en la predecesora de esta segunda novela citada. A mí me sorprendió para bien.Se explica la situación que por entonces vivían numerosas personas, mayormente agricultores que han de emigrar buscando trabajo por parajes desoladores y pintorescos, que se nos describen minuciosamente sin pecar de pedantería. A la vez se plasma una apología de la amistad tan deliciosa como conmovedora. Una emotiva historia donde narración y diálogo coexisten en partes iguales, haciendo la misma muy dinámica y directa ?y eso que en su día estuvo censurada por su lenguaje vulgar y ofensivo-.Escrita en 1937 y ambientada en California, en la Depresión de EEUU, el crack del 29, cuenta cómo dos individuos totalmente opuestos entre sí, tratan de conseguir el mito del sueño americano: Lennie y George. El primero, un grandullón deficiente mental; el segundo, su protector, el listo de la pareja. Ambos son dos peones al borde de la diligencia, a los cuales presenta Steinbeck caminando al borde del río hasta llegar a la granja donde han sido contratados. George le aconseja a lo largo de siete capítulos lo que debe y no debe hacer -siempre por su bien-, pero el otro vive obcecado con cuidar conejos en una granja donde los dos fantasean vivir en un futuro. A esta peripecia se suman algunos de los trabajadores que conviven con ellos en la granja, personajes bastante bien perfilados, para lo corta que es la novela, y a los que se coge cariño fácilmente (véase el viejo Candy). Sin embargo también tienen tiempo de meterse en problemas. Una lectura tremendamente conmovedora, sobretodo si tenemos en cuenta su final, difícil de pasar por alto.El libro toma su título del poema A un ratón, escrito por Robert Burns; a su vez está basado en las vivencias de Steinbeck en la década de los años 20.Por último, cómo no, recomendar la película del 92 con Gary Sinise y John Malkovich.

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Cuatro escenarios, toda la historia discurre en cuatro escenarios. Cada escena empieza con una luz que guía el inicio de los diálogos, conversaciones cortas y precisas donde los personajes se reconcilian con la soledad y con la vida y crean un espacio donde se permiten soñar un mundo donde los sueños no han sido asesinados. Una historia de dos amigos, dos hermanos unidos por la casualidad y la necesidad, tan distintos y tan similares, diferentes en sus capacidades físicas y mentales, pero iguales en el sentir, en el anhelo de salir de la incertidumbre, de dejar de vagar por el mundo y lograr alcanzar la certeza de la estabilidad y de la tranquilidad. La percepción de lo que está bien y está mal se difumina, el reconocimiento de lo que podría ser considerado correcto o incorrecto se enfrenta con los matices, el libro pinta con escala de grises la conducta humana y puedes encontrarte, al final, con una emoción, con una visión, donde no justificas ni condenas, aceptas y asumes, y con un poco de suerte, logras entender. La novela es un círculo precioso que termina donde inicia, todo cuanto sucede es doloroso, triste, pero absolutamente necesario. Una composición perfecta.«Como a veces ocurre, en un momento dado el tiempo se detuvo y ese momento duró más que cualquier otro. Y el sonido se detuvo, y el momento se detuvo durante mucho tiempo, mucho más tiempo que un momento».Libro para el reto de lectura de #novelacorta de @medellinliteraria

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Mi veneración por este autor es suprema. Aparte de sus historias, es su estilo narrativo acompasado de unos diálogos perfectamente construidos, estableciendo claras diferencias entre voces, su firme compromiso de llevar la realidad de la clase trabajadora y la pobreza más dura a la literatura y, sobretodo, su enorme capacidad en crear mundos e introducir al lector en ellos, envolviéndolo desde el principio, sin tan siquiera precisar de esas primeras páginas de rigor como puede suceder con tantos otros autores, en conectar con el lector. Si a toda esa amalgama de virtudes, le sumas unos finales que te dejan atónito y que recuerdas durante mucho tiempo, tienes como resultado la tormenta perfecta. Y lo de tormenta no sería un termino casual: sírvanos esta obra de buen ejemplo, porque Steinbeck sabe vestir la historia de George y Lennie de tierna amistad, pero al mismo tiempo, deja aflorar la dureza del mundo real, el de las malas personas que tienen una influencia vital sobre la inocencia más pura del ser, destapando sentimientos y tópicos tan dispares como el concepto del amor entre los hombres, la lealtad, la extrema pobreza, el racismo o el sacrifico en el ámbito de la verdadera amistad y el amor incondicional. Una historia simple, melancólica y extremadamente bella, pero de una dureza y emotividad tremenda. Una historia de esperanzas, de sueños imposibles. Toda una invitación a la reflexión. Magistral Steinbeck.

Comentarios de lectores del libro De ratones y hombres