Cuando la vi no se parecÃa ni remotamente a lo que yo habÃa imaginado. ReÃa y sacudÃa su cabellera, sedosa y negra. TenÃa los hombros desnudos. Estaba jugando con un hombre como se juega con una marioneta. Pero ya era tarde para volverse atrás. Encontrarla me habÃa costado demasiado: terror, violencia y muerte. Además, ella era la única que podÃa conducirme hasta una fortuna fabulosa. Lo que no sospeché fue que aún no habÃa pasado lo peor.