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Hay ocasiones en las que necesito alejarme de los géneros que leo habitualmente para no saturarme, y buscar un título diferente. Por eso y porque ya he leído varias novelas de John Boyne, disfrutadas en mayor o menor medida, fueron los motivos que me hicieron decantarme por su nueva publicación, Las huellas del silencio, toda una denuncia sobre los encubrimientos de los abusos sexuales a menores ocurridos en el seno de la Iglesia Católica irlandesa durante varias décadas. Un abuso sistemático que quedó impune y fue ocultado deliberadamente para no dañar a esta institución. Una historia sobre los abusos de poder, la corrupción, las consecuencias de la sumisión y las mentiras.Odran Yates es un sacerdote irlandés de mediana edad dedicado en cuerpo y alma a su trabajo. Enseña inglés y mantiene organizada la biblioteca de un colegio de élite del sur de Dublín al que asisten jóvenes de padres con un alto poder adquisitivo, labor que realiza desde su ordenación en Roma hace veintisiete años. Ingresó en el seminario en los años setenta, lleno de esperanza y ambiciones, completamente convencido de su vocación, en un momento en que los sacerdotes eran considerados hombres decentes y su autoridad era incuestionable. Cuarenta años después la institución eclesiástica verá como sus cimientos se sacuden, encontrándose bajo una gran presión debida a ciertas revelaciones que harán que el respeto y la fe del pueblo irlandés se torne en miradas de desprecio y desconfianza. Será entonces cuando Odran se vea obligado a evaluar su vida desde una perspectiva diferente?De esta manera tan prometedora da comienzo Las huellas del silencio, un viaje personal y emocional desde la perspectiva de su protagonista, que nos hace partícipes de los desafíos a los que no tuvo el coraje de enfrentarse cuando, tras una reunión familiar, viejas heridas de su pasado se reabren. Una novela de estructura caleidoscópica que viene y va en el tiempo, sin orden ni concierto, omitiendo datos para crear suspense y articulando su argumento en un total de dieciséis capítulos, alguno de ellos perfectamente obviable y poco creíble, como los ambientados en Roma antes de que Odran fuera ordenado sacerdote, porque no aportan nada significativo al conjunto de la historia y rompen la tensión narrativa. Este recurso de romper con la linealidad cronológica impide que la trama fluya y el lector entre de lleno en la enjundia de una historia que revela un lacerante retrato de la sociedad irlandesa y con la que su autor nos transporta desde la ingenuidad de los primeros años de su protagonista en el seminario, donde ingresó por una vocación impuesta por su madre, pasando por los momentos compartidos con Tom Cardle, su compañero de habitación y mejor amigo; hasta el descubrimiento de los secretos mejor guardados de la Iglesia.John Boyne ha elegido como narrador protagonista al propio Odran. El empleo de este tipo de narrador es un arma de doble filo porque nos permite conocerlo interiormente viviendo las distintas situaciones en las que se ve envuelto, pero tiene el inconveniente de sesgar ciertos matices de la trama a los que no tiene acceso. Descubriremos a un tipo moldeado por una desgracia ocurrida en el verano de 1964 que golpeó a su familia con furia. Una persona de carne y hueso, un testigo casi neutral y bastante solitario, cuyo comportamiento en ocasiones no he llegado a comprender, que desde una perspectiva intimista describe una Irlanda llena de contradicciones y odio que se esconde tras una fachada de buenos modales, donde el respeto dará paso al desprecio. Todo ello con un estilo narrativo propio y muy cuidado, trufado una cadencia reposada, un lenguaje sencillo y profusas descripciones que en momentos puntuales tornan la narrativa fría, con pasajes carentes de emoción. Esto puede ser debido a que Odran me ha parecido demasiado ingenuo, débil de carácter, y no he comprendido su indiferencia y pasividad ante la realidad, motivo que me ha impedido empatizar con él.El libro aborda el abuso a menores en la Iglesia Católica irlandesa de una manera muy especial, porque a pesar de tratarse de un tema duro y desagradable, el autor lo expone con sutileza, sin ahondar en detalles sórdidos e innecesarios, con silencios que se sobreentiende y manteniéndose en una posición neutral, sin evaluar ni comentar, dejando que los eventos hablen por sí mismos.Sintetizando: Las huellas del silencio es una novela de entretenida lectura en la que se retratan décadas de la vida de un sacerdote católico irlandés, desde el momento en que su familia sufre un duro revés que en cierta medida lo moldea, hasta el 2013. John Boyne aborda un tema actual que afecta a la iglesia católica en general, mientras explora los diversos grados de culpa de los que encubrieron y toleraron a los pedófilos, y que pone de relieve la injusticia, la impunidad, los abusos de poder y los peligros de la sumisión. Enlace: https://www.mislecturas.es/2..

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La novela narra la vida de Odran Yates, un sacerdote católico irlandés que desarrolla su vida eclesiástica en el último cuarto del siglo XX y principios del XXI.Odran está toda su vida muy apegado a su hermana Hanna, ambos viven un drama en su infancia que los marcará para siempre. A él estos acontecimientos lo llevan a ingresar en el seminario Clouliffe en Dublín, donde cursará sus estudios de seminarista en compañía de Tom Cardle, su mejor amigo durante casi 40 años.Odran se presenta en el relato como un tipo amable y tranquilo, pero tremendamente cobarde. Jamás se enfrentará a nada ni a nadie, ni a su beata madre, ni a sus compañeros, ni a sus superiores en la jerarquía eclesiástica, haciendo que aunque se le tome cierto aprecio según vas leyendo, al final te deje un regusto de ser un tipo maleable y con pocas agallas.En la novela se aborda la pederastia por parte de un amplio sector del clero irlandés, pero de una manera discreta y que no me ha resultado nada morbosa lo cual agradecí y me pareció un acierto ya que si bien te imaginas todo lo que quiere decir el autor, no es de esos libros que te provocan un gran desasosiego o te dejan mal cuerpo por la crudeza de los temas a tratar o por detalles demasiado explícitos.El libro está escrito en primera persona y donde este narrador es el propio protagonista, el padre Odran Yates, el cual en ocasiones se dirige al lector con alguna aclaración.El ritmo de la novela es rápido, y va adelante y atrás en el tiempo, indicando la fecha en cada capítulo por lo que es sencilla la orientación temporal. La historia está bien documentada, bien escrita y es un libro muy entretenido, quizás el pasaje que menos me gustó fue la aventura del protagonista en Roma, por terminar de un modo abrupto y de una forma que no me resultó muy creíble.El autor hace un retrato de Irlanda en especial de Dublín muy claro, así como de la iglesia Católica en su conjunto, desde los más humildes sacerdotes hasta el propio Papa: Su título original es A history of loneliness y es que podemos pasar por esta vida acompañados y a la vez sintiéndonos muy solos.CONCLUSIÓNEn definitiva la novela me ha encantado, estaba deseando llegar al final, y por supuesto recomiendo a este autor que ya me encandiló con el niño con el pijama de rayas Enlace: https://familialectorade4.bl..

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Qué cosa, el silencio. Uno diría que el silencio podría definirse como la ausencia de ruido o sonidos, como si no fuera un ente en sí mismo. Y, sin embargo, muchas veces el silencio toma forma y habita espacios, y genera inquietudes que pueden desembocar en sismos inefables.En la nueva novela de John Boyne, Las Huellas del Silencio, el silencio (valga la redundancia) camina página tras página guiando a Odran Yates, un hombre que se ve obligado a ordenarse cura con la honesta intención de mejorar el mundo en el que vive. No obstante, su propia fe se encuentra en jaque cuando un escándalo de abusos sexuales sacude a su país, Irlanda. Escándalos que abren los ojos de Odran y lo enfrenta con la realidad.Pocas veces he leído libros que hablen, más que del criminal en sí, de la culpa de los cómplices; de aquellos que, consciente o inconscientemente eligen callar. Considero que Boyne logra un personaje complejo, con buenas intenciones, pero con dificultad para aceptar la corrupción de un ambiente que creía sagrado y puro.Personalmente, la lectura me dejó silencio. Silencio por todas aquellas víctimas que estarán buscando reconstruirse. Silencio por todos aquellos cómplices que intencionalmente esconden la verdad. Silencio por quienes juegan con algo tan puro como la fe de los creyentes. Silencio porque no es sólo ficción en un libro. Silencio porque existe.