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Una novela actual ambientada en el siglo XIX y que parece haber sido escrita contemporánea a la historia. Precisamente ahí radica la fuerza de la narración, como si de un clásico moderno se tratara. El autor, supongo que a modo de homenaje a Retrato de una dama, de Henry James, crea el después o, mejor dicho, recrea lo que podría haber sido un cómo continúa o y ahora qué. Soy consciente de que mi falta de conocimiento de Isabet Osmond y Gilbert Osmond hacen que me pierda ciertos matices, guiños o recuerdos pero como lectora virgen he disfrutado de la prosa, del hilo argumental, englobado en ese viaje que hace la protagonista hacia sí misma, y de los tiempos narrativos, por muy lentos que sean. Me gusta este tipo de lectura, me gusta que las palabras se usen de forma inteligente, de forma útil, de forma descriptiva y, en cierta manera, pesada. Es verdad que este tipo de lectura me agotan pero las disfruto muchísimo. Me quedo con la heroína imperfecta, con sus decisiones erróneas y sus pensamientos. He deseado que las cosas fueran por otro camino y me ha despistado cuando ha puesto algo de pasión en el camino de Isabel aunque sea casi de forma testimonial. Creo que refleja justo la realidad de una sociedad encorsetada, errónea, cínica, engañosa y llena de formalismos. Pronto opinión completa en el blog