Las muchachas eran dos. Sentadas en los dobles y mullidos asientos del Boeing «Jumbo», en vuelo directo desde Frisco a Filadelfia. Junto a la ventanilla, la morena de ojos grandes y rasgados, pardos, se mantenÃa desde hacÃa varios minutos contemplando las nubes, en su fantástica marcha hacia atrás. A su lado, la pelirroja se movió, inquieta. Fue un movimiento leve, algo asà como un pequeño estremecimiento, y casi en el acto se encontró con la pregunta y los ojos un tanto frÃos de la muchacha morena: —¿Le molesta el portafolios?