Sinopsis

«He soportado inclemencias,
he recorrido largos caminos,
he librado crueles batallas
y sigo sin encontrarte, Adara.»

Así empieza este poema que intenta alcanzar lo insondable, una pieza que indaga en diferentes planos, temas y matices, en el que son recurrentes la evocación, la búsqueda y el desdoblamiento del pasado y el futuro.

«Soy el que aguarda cuando se oyen las cabalgatas.
Soy el que espía cuando se alejan las tropas.
Soy el que reza cuando se asoman los dioses.»

De fondo se observa la guerra a través de los siglos y sus consecuencias, como la muerte de la mujer amada.

Te busco, te pienso, te nombro,
y entre más transcurre el tiempo
más dolorosa es la herida de tu nombre entre mis labios.

Con una atmósfera cósmica de principio a fin, los nueve cantos que componen este poema proponen una era futura, caótica, que invita a pensar en el fin de los tiempos.

«Los viajeros del espacio conquistan cada punto, cada átomo,
horrísono grito repetitivo, guerra universal.
Padres Hijos Nada
...en sus brazos lloraré
cuando se consuma el exterminio,
cuando se apague nuestra era,
cuando todo se vuelva nada
y las voces de los siglos floten en el caos espacial.»

Y aún así, el protagonista, esa voz sin nombre, ese personaje con rostro difuso, sigue buscando a su amada.

«Montaré un cometa hasta encontrarte y buscaré un mundo para los dos,
donde no existan las guerras,
donde nadie te asesine,
donde nada nos separe.
¡Y seremos eternos!»