«¿Es cierto que cuando oyes silbar las bombas ya no te pueden dar?» se preguntan temerosos los corresponsales extranjeros mientras cruzan la Gran VÃa madrileña. Han venido a España para cubrir la guerra civil y cada dÃa envÃan sus cróicas desde la central de la Telefóica, sede de la oficina de censura para la prensa extranjera. Es el edificio más alto de la capital, el primer rascacielos del paÃs, y los aviadores alemanes tratan a diario de bombardearlo para aislar las comunicaciones de la República. Allà llega un buen dÃa la voluntaria alemana Anita Adam, pequeña, rolliza, independiente y muy decidida. La han asignado a la oficina de censura ya que habla varios idiomas. Su modo de ser autóomo choca de pleno con el machismo de los españoles y con el rol subordinado de las españolas, siempre esposas o amantes. AllÃ, en el enorme edificio que tiembla bajo las bombas de los junkers y los obuses del quince y medio, refugio inexpugnable y prisió asfixiante al mismo tiempo, permanecerá inalterable la pequeña Anita, trabajando a la débil luz de las lamparillas de su escritorio. Ilsa Barea-Kulcsar escribió una vibrante novela basada en sus propias experiencias de guerra, en el Madrid sitiado en el que todos desconfÃan de todos y en el que ella encontró el amor de Arturo Barea. El texto, que ha permanecido inédito durante ochenta años, lo concluyó el dÃa antes de que, cautiva y desarmada, la Segunda República sucumbiera.