Los casos de abusos sexuales cometidos sobre menores de edad en establecimientos eclesiásticos constituyen una auténtica lacra, tanto por la naturaleza de los actos en sà como por las repercusiones de los mismos a largo plazo, lo mismo en las propias vÃctimas como en personas allegadas e incluso instituciones. Quizás tanto o más dañino que los propios actos es que, frecuentemente, las vÃctimas no han tenido el suficiente apoyo, e incluso tampoco han gozado de la credibilidad necesaria para poder contar lo sucedido a alguien que les escuche, que les tome en consideración, que les arrope y que les ayude a superar el daño causado. Porque cuando una vÃctima de abusos infantiles no consigue llevar a cabo la superación del daño, ello puede suponer la ruina de toda una vida.
En esta segunda entrega, continuación de El Célibe, aparecen una vez más los personajes que protagonizaron la anterior, con Kelly O’Brien convertida ya en investigadora por cuenta del bufete de abogados donde trabaja, esta vez involucrada en esclarecer un antiguo caso de abusos a un joven seminarista. Para ello contará con la ayuda de su pareja Michael Fogherty y de la hermana de éste, Molly. Pero por encima de la investigación de los hechos concretos, quizás lo más importante que consiguen es que las personas que a lo largo de muchos años vivieron gravemente dañadas por unos hechos del pasado, acaben encontrando la paz con ellos mismos.