Henry James nos adentra en un drama interno y psicológico, cuyo canal de comunicación es el monólogo interior de una empleada de correos, nuestra protagonista, de la cual jamás descubrimos su nombre a lo largo de la lectura de la obra.Trabaja en una oficina postal decimonónica situada en una zona muy elegante de Londrés, por la que pasan cada dÃa la flor y nata de la ciudad más importante del mundo en aquella época... lo mejor de la sociedad; su rutinario trabajo, que consiste principalmente en expender sellos y cursar telegramas, le deja poco margen para la creatividad y la imaginación. Solo su mundo interior le da las fuerzas suficientes para sobrevivir en ese cubÃculo, que para más estrecheces debe compartir con dos personas, el Sr Buckton y su ayudante.En una época en que lo privado debÃa gestionarse de un modo público, pues no existÃan nuestras queridas redes sociales actuales, la clase pudiente se dedicaba todos los dÃas a organizar su vida social, sus negocios, asà como sus idas y venidas, a través de los telegramas; todos aquellos mensajes pasaban por trabajadores como nuestra protagonista, y ella, como bien revela esta historia, descubre que la información es poder.Este poder es el que decide utilizar nuestra protagonista para poder ascender en su estatus social. Para ello elige al Capitán Everard y a Lady Bradeen, y su vida, sus relaciones e intereses, se transfieren a la vida personal de la empleada, creyendo ella que, asà podrá traspasar los lÃmites de su naturaleza y posición dentro de la soecidad.Mediante el monólogo interior de la protagonista, narrado en tercera persona, descubrimos la profundidad psicológica de la obra, la creación de situaciones y argumentos, las motivaciones de los demás personajes y su humor discreto; todo ello está narrado mediante oraciones largas asà como complejos y elaborados diálogos descriptivos, buena prueba del dominio del lenguaje tan caracterÃstico de todas las obras de James.A lo largo de la lectura se nos muestra un retrato inteligente de nuestra protagonista, o asà lo pretende la historia. A mi juicio la protagonista no es tan inteligente como James nos quiere dar a conocer; simplemente es observadora de la causa y el efecto, ella se lo guisa, ella se lo come. Creo que no distingue la realidad de su monólogo interior y sus pensamientos no son replicados jamás por nadie, por lo que en algunos momentos de la obra su realidad es muy distinta de la verdadera. En pro de la protagonista sà que debo decir que me alegro que al final sea pragmática, y en el mismo instante en que el monólogo se convierte en diálogo, descubre sus carencias y quién manipuló o fue manipulado.En definitiva, es una obra corta pero para mà no ha sido muy fácil de leer. Algunos párrafos tenÃa que volver a releerlos porque me invadÃa la sensación de que me salÃa del camino por el que querÃa llevarme James y tenÃa que reconducirme. Aunque solo sea por este motivo la recomiendo, pues los retos están para superarlos y las palabras nunca fueron obstáculos. Si las entendemos, claro.
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En la jaula (1898), es una novela breve escrita Henry James en su madurez, en la que destacan la descripción, la elipsis y el aplastante punto de vista de la protagonista, una joven de baja clase social que se siente imbuida de cierto poder debido al conocimiento de los miembros más elevados de la sociedad que le ofrece su trabajo como telegrafista del privilegiado barrio de Mayfair.
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Al principio se siente sorprendida por la forma en la que estos usuarios suelen enviar caros telegramas para concertar citas o realizar cualquier tipo de encargo, no siempre para fines loables. Pero pronto empieza a disfrutar de su condición de observadora y sobre todo, de los enredos de sus clientes. Entre lo más distinguido de ellos destaca un apuesto caballero que fascina a la muchacha, el capitán Everard, al que se propone rescatar desde su jaula, ella, que cree conocer todos sus secretos.
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Su paciente prometido, que espera que acepte su propuesta y se establezcan juntos es una modesta casita, se encuentra a su lado de la malla, mientras que Everard o su amiga, la señora Jordan, están muy por encima, consiguiendo captar su admiración y, en ocasiones, su desprecio por ello.
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James empieza con un párrafo aplastante, haciendo uso de su maestrÃa narrativa, y utiliza los silencios de forma magistral. al igual que ahonda en la psicologÃa de las clases menos favorecidas y coloca al lector frente a la partida que la protagonista se figura que está teniendo lugar entre su clientela, sus personajes particulares, dejando todo una gama de grises, de claroscuros, que se desdibujan en nuestras manos.
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James en su faceta de autor oscuro, dueño de un estilo elÃptico, de frases larguÃsimas que requieren ser releÃdas para captar su significado. Nos cuentan una historia mÃnima, poco trascendente, pero capaz de enfrentarnos a un abismo de incertezas cotidianas, cuyos únicos aspectos totalmente claros son escasos, y el lector, como la protagonista, debe reconstruir lo ocurrido, lo que apenas dejan a la vista unos hechos cuyo testimonio es cuestionable. Muy sugerente es el punto de partida: una humilde y anónima empleada de correos que trabaja despachando telegramas para la gente más selecta de Londres entabla contacto con un misterioso caballero y desarrolla en su cabeza toda una trama de revelaciones sobre la vida de éste. La tercera persona que usa James permanece limitada a este personaje de la empleada y a su punto de vista, el de alguien olvidado, ignorado, sin aparentes sentimientos (un “buzón” humano)Â… pero convertido en una fuente de percepciones insospechadas. Late tras la narración un trasfondo de diferencias sociales, el intento de una persona por refugiarse de su vida gris, de su futuro por completo convencional (de ahà los intereses puramente económicos y la pasividad emocional del novio, que es la absoluta contrapartida de nuestra heroÃna), dejando volar su (un tanto morbosa) imaginación.La clientela de la oficina de correos ofrece una oportunidad, para la empleada, de participar, aunque sea lejanamente, en sus elegantes vidas, de ser parte de algo mayor y más misterioso. La ¿revelación? final permite darse cuenta de que las cosas no son como ella cree que son, con lo que decide, definitivamente, asentarse en su convencionalismo, en una pura realidad que al menos ofrece más asideros, más certidumbres, que el mundo de secretos y mentiras en el que la alta sociedad nada como pez en el agua. Esto, al menos, es la conclusión que he sacado, pues la dificultad creciente de la lectura me ha conducido a una conversación final (entre la protagonista y su amiga, también aspirante a “ingresar” en la vida de los de arriba, gracias a la aparente fruslerÃa de la decoración floral) llena de sobreentendidos donde pierdo por completo el hilo, poco menos que ininteligible... y aunque creo saber el meollo del asunto, encuentro demasiado confusión y no tanta de la fascinación por lo enigmático que tanto interesó a James. Las “jaulas”, en definitiva, podrÃan entenderse como esas herméticas clases sociales, y no solamente la obvia metáfora de la oficina de correos, pero al final la principal “jaula”, con los barrotes más impenetrables, para mà lo ha sido la propia novela.
Autor del comentario: JACKNICHOLSON
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