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Los Buenos de Hannah Kent

de Hannah Kent - Género: Drama
libro gratis Los Buenos

Sinopsis

Inspirada en un caso real de infanticidio, Los Buenos se sitúa en el año 1825 en un remoto valle de Irlanda. Allí viven tres mujeres a las que unirán una serie de acontecimientos extraños y trágicos. Nóra Leahy ha perdido a su hija y a su marido el mismo año: solo le queda su pequeño nieto Michael, que no sabe andar ni hablar, y al que tiene oculto para que los vecinos no crean que ha sido víctima de una maldición sobrenatural. Mary Clifford es la joven contratada para cuidarlo y Nance Roche es la vieja curandera que alivia con hierbas y consejos los males inexplicables. La vida de estas tres mujeres se complicará con la llegada al pueblo de un nuevo sacerdote empeñado en limpiar el valle de supersticiones.

En un marco completamente distinto al de Ritos funerarios, la nueva novela de Hannah Kent ya se considera otro gran éxito internacional. Con Los Buenos nos ofrece de nuevo una novela histórica con una trama misteriosa y emocionante.


Hace justamente un año os hablé de Ritos funerarios, una de mis mejores lecturas de 2019 sin lugar a dudas. La narrativa y el estilo de Hannah Kent me llegaron tanto que esta autora pasó a engrosar las filas de mi reducida lista de autores contemporáneos imprescindibles, esos de los que sé que leeré hasta la lista de la compra si se deciden a publicarla. Leer Los Buenos era solo cuestión de tiempo.Condado de Kerry, Irlanda, 1825. Martin ha caído fulminado en la encrucijada de los suicidas sin razón aparente. Estaba bien, una mano al pecho, muerto. Su mujer, Nóra, no es capaz de hacerse a la idea. Pocos meses antes también perdió a su hija, Johanna, por culpa de una extraña enfermedad. Su nieto de cuatro años ha vivido desde entonces con ellos y ahora le toca hacerse cargo a solas de él. Y para Nòra no es plato de gusto. Micheál no es un niño normal... lo fue durante sus primeros dos años de vida, nació como un niño sano sin problemas, pero empezó a cambiar al mismo tiempo que su madre empezó a enfermar: dejó de hablar, dejó de comunicarse, dejó de andar... y se ha convertido en un tullido. Un médico le ha diagnosticado cretinismo, pero el cretinismo es congénito, y Micheál nació bien. A Nóra no le cuadran las cosas, a sus vecinos tampoco, y de una manera o de otra se lo hacen notar. Demasiadas desgracias desde que llegó el niño a la aldea, y las que quedan por venir. El cura que visita el valle se niega a ayudarla, da al niño por perdido sin remedio, así que Nóra tiene que mirar hacia otro lado, el lado de los espíritus, aquel que comienza allá por el espino blanco que marca la frontera con la tierra de las hadas. ¿Y si Micheál fuese un niño postizo... un niño cambiado? ¿Y si al niño original se lo hubiesen llevado los Buenos dejando a un duende en su lugar? Todos lo creen y llega un punto que Nóra también empieza a creerlo. Se convence de ello. Y Nóra quiere a su nieto de vuelta cueste lo que cueste, porque esa cosa que chilla, grita, no crece y tiene piernas inútiles no es su nieto. Los Buenos tienen que llevarse lo que es suyo y devolverle al verdadero Micheál. Y ese es el comienzo del fin para el niño.La primera frase de la sinopsis lo dice todo, la novela cuenta un caso real de infanticidio, así que en Los Buenos no hay cabida para sorpresas ni giros de trama. Por mucho que tarde en llegar el momento (y Hannah Kent se toma su tiempo), esa muerte llega: ese niño muere. Y lo que hace la autora es lo mismo que hizo en Ritos funerarios, prepararnos para ese momento sin prisa pero sin pausa poniendo sobre la mesa las cartas que tan bien se le da barajar: una ambientación simplemente magnífica y un trabajo profundo y exahustivo con los personajes. Con esos dos elementos, una prosa rica y evocadora, y una historia que ya de por sí es sumamente interesante por las circunstancias que la rodean y la terrible consecuencia que se deriva de ellas, Kent construye una vez más un libro que cuesta soltar, que atrapa al lector y que lo envuelve. Sabe que el lector anticipa y conoce el desenlace del libro y que tiene que ofrecerle algo muy bueno para mantenerle aferrado a las páginas, y lo hace con una soltura y una madurez narrativa sorprendentes.La aldea donde se ambienta la historia se ubica en un valle aislado y constantemente inmerso en lluvia, frío, barro y niebla, donde sus habitantes viven de poco más que patatas y poitín (bebida destilada altamente alcohólica y típica de Irlanda). Todos se conocen, gran parte de ellos están emparentados de un modo u otro y en un grado u otro, y los secretos no lo son en absoluto y escapan de la contención que suponen las cuatro paredes del hogar. Estas gentes viven sus vidas a medio camino entre la devoción a Dios y las supersticiones, y esa ambigüedad, ese andar por la vida con un pie en el cristianismo y el otro en el paganismo, marca el tempo absoluto de la historia. El padre Healy ha proclamado la guerra a las viejas costumbres ancestrales tan arraigadas en aquellas tierras, quiere eliminar los vestigios de ritos paganos, las tradiciones supersticiosas, pero lucha contra molinos de viento: lo que no hay que hacer en año nuevo, lo que sí hay que hacer los primeros nueve meses del nacimiento de un niño, los ritos cuando muere alguien, quien puede estar presente en un parto o en un velatorio, qué puede provocar mal de ojo, mujeres que se transforman en liebres y le chupan la sangre a las vacas, luces que aparecen donde viven los espíritus, los pelirrojos hijos del diablo... Los duendes y hadas, esos Buenos del título, viven entre ellos, deciden a quien se llevan o, si no se lo llevan, a quien desgracian o perjudican. Tienen su hogar justo ahí, donde comienza el bosque en la Tumba del Gaitero, y hay que tenerlos contentos si no quieren sufrir su ira. Por eso, por mucho que en misa alaben al Señor y sean fervientes católicos, no pueden dejar de mirar hacia el otro lado, de escupir cuando ven a una pelirroja, de ver señales agoreras, de hablar sobre ellas, de presionar con ellas, de hacer daño con ellas y provocar pensamientos, reacciones y, en último término, consecuencias. La ambientación opresiva, sofocante y malsana es admirable, se mete en los huesos y consigue un aura de misterio y de anticipación sorprendentes para una historia que ya se sabe hacia donde se dirige.En la sinopsis os he hablado de Nóra, la abuela de Micheál, pero lo cierto es que en esta historia son tres las mujeres sobre las que orbita buena parte de la narración y el otro puntal sobre el que se sostiene además de la ambientación. Nóra Leahy es una mujer que se ha quedado viuda y ha perdido el rumbo, que malvive carcomida por el infortunio y la pena y que permite que, en el inmenso hueco que ha dejado la muerte de su marido, se cuelen las supersticiones que le rodean y el profundo temor que tiene a ese ser que supuestamente es su nieto pero al que no reconoce en absoluto. Mary Clifford es una adolescente de apenas catorce años a la que Nòra contrata para que le ayude con la casa y con su nieto. El rechazo que Mary siente al principio por Micheál se transforma primero en pena y compasión y finalmente en un instinto protector que le hace sufrir y rebelarse contra el desprecio hacia su nieto que va creciendo poco a poco en el interior de Nóra. Y luego tenemos a Nance Roche, quizás el gran personaje de esta novela, una anciana que llegó veinte años atrás al valle y que vive en una choza justo en la frontera con la tierra de las hadas. Nance es partera y plañidera, su existencia gira entre dar la bienvenida a la vida y llorar la muerte. Tiene el don de curar y el saber concedido por los Buenos, y debe usarlos para sanar a la gente; si no lo hace, los perderá. Es Nance quien le confirma a Nóra que su nieto Micheál es un niño cambiado, un niño postizo, y quien le asegura que puede traer al auténtico de vuelta. El destino de estas tres mujeres estará, a partir de ese momento, indisolublemente entrelazado.A partir de aquí asistimos a una lucha de poderes entre el folclore ancestral pagano, las supersticiones, la religión, la fe, la ignorancia, la oscuridad y el miedo mientras el destino de un niño de cuatro años ya está decidido. El camino se vuelve tortuoso, claustrofóbico. La aldea bulle, los rumores se arrastran de casa en casa, las acusaciones traspasan los murmullos y se pronuncian en voz alta. Llegamos a conocer bastante bien a muchos personajes, sus motivaciones, sus recelos, sus rencores... algunos hay honestos, que van de frente y contrapesan el oscurantismo imperante, pero son los menos y sus acciones apenas relevantes.¿Y qué hace Hannah Kent con todo esto? Justamente lo contrario a lo que quizás se podría esperar pero que ya anticipábamos quienes hemos leído Ritos funerarios: no juzgar, no intentar influir en el lector, no dar nada por sentado. Da dos pasos atrás y lo narra todo con un tono que puede parecer aséptico pero que en realidad no es más que respeto por la historia real y sus protagonistas. Ni Nóra está loca, ni Nance es una bruja. O sí, quien sabe. O quizás son solo producto de una época, una sociedad y unas circunstancias y no se les puede culpar por ello. Repito, no las juzga, no las demoniza, simplemente las acompaña, y eso hace que el lector atraviese por muchas fases durante la lectura y que, en el caso sobre todo de Nance y Nóra, albergue muy distintas opiniones sobre ellas: tan pronto piensas que solo son gente buena pero ignorante y asustada (muy buena gente en el caso de Nance), como no entiendes qué carajo se les está pasando por la cabeza ni cómo pierden de vista el hecho de que tienen entre manos la vida de un niño.En definitiva, Hannah Kent vuelve a hacer uso de un hecho real para novelar no solo lo que pudo ocurrir y cómo, sino el porqué, sin entrar en juicios paralelos ni diatribas morales. Se aleja de la Islanda del siglo XIX para adentrarse en la Irlanda del mismo siglo, y su sorprendente talento para ambientar sus historias no se resiente en lo más mínimo. Si a ello se suma que escribe muy, muy bien sin tropezar en el escalón de la prosa excesivamente florida, y que tiene una inteligencia especial para concebir personajes ambiguos sin enjuciarlos ni censurarlos, obtenemos Los Buenos, una muy buena novela. Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
Tras descubrir que Hannah Kent había publicado una segunda novela sabía que debía leerla en cuanto cayera en mis manos debido a que su debut con Ritos funerarios fue todo un éxito en la mayor parte de Europa y me cautivó por completo.Por segunda vez Hannah Kent nos sorprende con una historia ambientada y contextualizada en hechos reales en la Irlanda del siglo XIX. La autora mantiene la misma línea de Ritos funerarios en esta obra en cuanto a que realiza un muy buen trabajo de documentación (a través de visitas a museos, lecturas, entrevistas... ) para argumentar y reflejar en la novela con todo detalle y lo más fiel posible a la realidad. De este modo, a través de la historia no sólo podemos encontrarnos a unos simples personajes, sino que estos personajes se encuentran muy bien construidos en torno a un contexto real de su época, con una serie de características, las cuales no ocupan lo mero estético como el vestir, el modo de vida o las costumbres sino también las ideas, pensamientos, creencias, supersticiones... que conforman la personalidad de cada uno de ellos. Además, la novela se relaciona con todo lo pagano, la superchería, el misticismo, el esoterismo, las supersticiones... por ello, a lo largo de la lectura, el lector va a encontrar numerosos ritos, nombres de plantas, dichos y tradiciones de la época. A través de sus descripciones, Hannah consigue adentrarte en el mundo de Los buenos de una forma magistral. Te embauca y sumerge en las áridas montañas irlandesas, en el gélido aire envolvente, en la densa bruma que oculta y ensombrece el paisaje, en la decadencia del pueblo en el que sucede la acción... Los personajes principales y portagonísticos son mujeres, cada una con una personalidad diferente y bien definida cuya intención de la autora, en mi opinión, es hacer una crítica a diversas formas de pensamientos de aquella sociedad. De este modo vemos a Nance quien hace de la superstición y superchería su estilo de vida, a Nóra en quien el poder de la desesperación le llega a crear una fe inquebrantable en lo pagano, a Mary que representa la juventud y el aprendizaje o a Peg en quien se puede ver la madurez y sensatez.Los personajes secundarios, por su parte, no se quedan atrás. Todos y cada uno de los habitantes del pueblo que van apareciendo en la novela representan y encarnan una cualidad positiva o negativa que se debe ir descubriendo poco a poco. de este modo hallamos a la incertidumbre, la hipocresía, la bondad, el interés, la sabiduría.... Cabe destacar la cantidad de ocasiones en la que la autora pone en tela de juicio muchísimas actitudes y comportamientos. Incluso, al final, te deja una sensación agridulce y confusión hacia los personajes.Me ha llamado muchísimo la atención como Hannah juega con el lector y los personajes. Es decir, éstos no cambian en ningún momento su forma de ser pero los sentimientos del lector hacia ellos por sus comportamientos o decisiones sí. En el transcurso de la novela, el lector puede pasar por diferentes etapas de sentimientos hacia ellos. Puede amarlos, cuestionarlos, aborrecerlos, preocuparte, sorprenderte... es un juego constante y lento en el que te ves involucrado sin percatarte. En definitiva se llega a la conclusión de que nadie es tan malo ni tan bueno como parece. Por último, y sin ánimo de extenderme más, destacar que quizás lo que menos me ha gustado de la novela es la lentitud de la misma. La autora detalla cada pensamiento, cada ambiente, cada personaje y cada contexto de una forma tan respetuosa, delicada y especial que consigue que en ocasiones el lector tiene la sensación de que a pesar de haber leído varios capítulos la historia no ha avanzado nada. Eso, llegaba a desesperarme, sin embargo, y si bien, es cierto el aprendizaje en el que te ves inmerso a lo largo de la lectura no deja indiferente.La recomiendo muchísimo a todos aquellos amantes de la pluma de Hannah y /o a todos los interesados en la historia de Irlanda del siglo XIX y en sucesos que acontecieron en aquella época relacionadas con el misticismo, el esoterismo, las supersticiones y la superchería.
Nos situamos en 1825 en un remoto pueblo de Irlanda, donde conocemos a tres mujeres. Por un lado está Nora, una mujer que ha perdido a su hija y a su marido recientemente, y que se queda sola al cuidado de su nieto, un niño que no puede hablar, ni caminar, y al que tiene oculto, para que sus vecinos no crean que ha sido víctima de una maldición de los Buenos. Poco a poco, Nora se va viendo sobrepasada por la situación, y contrata a la joven Mary Clifford para que la ayude, a la vez que recurre a la curandera Nance Roche, para tratar de buscar un remedio. . Basándose en una historia real, y de un modo trágico y evocador, la autora crea una trama donde se mezclan la realidad y la superstición, en una época en la que la ciencia médica era casi inexistente en la sociedad rural. .Hannah Kent ya me había conquistado en Ritos funerarios, y con Los Buenos ha vuelto a hacerlo, especialmente con su gran capacidad para trasladarte a otros lugares, y a otras épocas, haciéndote sentir el frío, la humedad, y la miseria, como si estuvieses allí y fueses un personaje más. . Se agradece encontrar autoras originales que se salen de lo habitual, que arriesgan, y que tienen la capacidad de otorgar belleza a las historias más perturbadoras. Con está lectura confirmo que Hannah Kent ya es una de mis autoras favoritas. Simplemente brutal.
Estamos en Irlanda, año 1825, en un pueblecito rural vive Nora Leahy, que tras la muerte de su marido y de su hija se encarga ella sola de cuidar de su nieto Micheal de 4 años. Pero Micheal no es un niño normal, no camina, ni anda, sólo chilla sin parar. Nora está sobrepasasada por las atenciones constantes que requiere Micheal, así que aconsejada por una vecina, decide ira la feria anual de empleo en la ciudad, y así es como contrata a Mary Clifford, una jovencita para que la ayude con las tareas de la granja y a cuidar de su nieto.Mientras en el pueblo empiezan a suceder desgracias y los vecinos que son gente supersticiosa comienzan a buscar una explicación, y empiezan a pensar que el nieto de Nora pueda ser la causa.Nora ante tanta murmuración, se convence de que su nieto es un niño postizo, un duende que Los Buenos han dejado en lugar de su nieto, y al no encontrar ayuda en ninguna parte recurre a Nance Roche, la curandera del pueblo, que le dice que puede traer de vuelta a su nieto.Así que Nora, Mary y Nance harán todo lo posible para que Los Buenos se lleven al duende y le devuelvan a Nora a su nieto.Empecé este libro con las expectativas muy altas y para mi decepción no las ha colmado, no es un libro malo, a pesar de tener unos personajes bien perfilados y una buena historia no he sido capaz de empatizar con ella, lo he leído en piloto automático. Además, por momentos el libro se me ha hecho lento e incluso pesado.Lo más destacable de esta novela es la narrativa de esta autora, es maravillosa con una prosa bien cuidada, y el trabajo de investigación, ya que esta novela está basada en un caso real acaecido en Irlanda en 1825.
El libro me ha costado un poco leerlo, tiene una historia opresiva, en un ambiente de pobreza, de marginidad e ignorancia. Dentro de todo eso se maneja una historia, sobre todo, cruel, sin embargo, aunque el libro está ubicado en la Irlanda del siglo XIX, no pude evitar relacionar todo lo que ahí se cuenta con situaciones que pasan todavía hoy en día. Qué poco hemos crecido como sociedad. Como he dicho me ha costado trabajo avanzar, el libro no tiene un ritmo ágil, es de esos que hay que leerse despacio, tomarse su tiempo, sin contar que tiene unas frases maravillosas y una sabiduría sobre la naturaleza humana muy peculiar. El libro me ha dejado más bien con muchos pensamientos de reflexión, sobre como en todas las culturas siempre hay esos seres mitológicos a los que todos queremos siempre echar la culpa de las cosas buenas y las cosas malas que nos pasan, también por supuesto eso nos hace sentirnos aliviados al pensar que nuestros actos no son malvados sino más bien justificados por situaciones que no podemos controlar, bueno pues resulta que no es así, el ser humano es vil y es cruel y la historia lo demuestra, podría justificar los hechos ocurridos en este libro tras un velo de ignorancia, pero lo cierto es que la protagonista se justifica a sí misma y peor, los demás le justifican sus hechos únicamente porque o creen lo mismo que ella o bien porque consideran que detrás de lo que hizo existe una ignorancia bienintencionada. Por otro lado está la manera en que la escritora nos muestra a todos los que rodean a las protagonistas, esos personajes de un pueblo en gran medida ignorante y pobre, donde lo mejor que se puede hacer es hablar de todo el mundo, de meterse en la vida de los demás y nuevamente, justificar todos sus actos malintencionados detrás de la ignorancia, ya sea manipulados por sus propias leyendas o bien manipulados por la iglesia (que raro, si eso nunca pasa). Es un libro de una gran calidad narrativa, una historia dura, pero muy bien contada, muy bien controlada, manejada y expuesta, la autora nos lleva hasta ese mundo y sin duda hizo un gran trabajo de investigación para escribir sobre este tema, que, dicho sea de paso, es una historia verídica.