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La educación sentimental de Gustave Flaubert

de Gustave Flaubert - Género: Romántico
libro gratis La educación sentimental

Sinopsis

La educación sentimental es, junto a Madame Bovary, no sólo la obra maestra de Gustave Flaubert sino para muchos la obra cumbre de la novela realista del siglo XIX. Estilísticamente supone un verdadero tour de force para un virtuoso como Flaubert, que aquí lleva la prosa francesa a unas alturas que nunca antes se habían conquistado. La novela consigue además trazar un retrato del momento histórico que supuso el principio de la segunda mitad del siglo XIX, del paisaje moral, psicológico y político de la Europa de 1848, absolutamente memorable. El hilo principal de la trama gira en torno al enamoramiento del joven abogado Fréderic Moreau con una mujer mayor, Madame de Arnoux. Con la revolución de 1848 como trasfondo histórico, asistiremos a la evolución sentimental y moral de ese joven, reflejo de toda una generación y de un país y un tiempo que se encamina hacia la disolución de viejos valores.


-Como usted quiera - dijo Frédéric, sintiendo que algo irreparable acababa de suceder y que había perdido a su gran amor. Y la otra estaba allí, cerca de él, el amor fácil y alegre. Pero, cansado, lleno de deseos contradictorios y ni sabiendo lo que quería, experimentó una tristeza desmesurada, ganas de morir.La historia principal mala, el personaje principal malo, la relación amorosa mala, pero creo que le hago justicia con 4 estrellas. La educación sentimental es una historia más bien de desaprendizaje, aunque tal vez no todos lo vean así.Frédéric es un joven provinciano dotado de una cierta fortuna y con conexiones sociales en la gran capital, París, que trata de hacerse un futuro, pero para su buena o mala suerte se cruza con la Sra. Arnoux, esposa de un comerciante adinerado pero vulgar y simplón, de la cual quedará prendado casi a primera vista. Frédéric es un personaje vacío, muy vacío, por lo menos Julien Sorel de Rojo y Negro tenía una convicción segura y actuaba según ello. Frédéric Moreau actúa a lo largo de la novela más por impulsos que por ideales, me decepcionó bastante la verdad pues ni en los momentos de necesidad histórica parece ser más grande que sus pequeñas ambiciones. Una vida dirigida por una mujer en gran parte me parece así mismo patético.Lo que realmente me gustó fueron como en Salammbó las descripciones tan exactas (aunque es cierto que a veces se excede un poco) de los distintos ambientes, de los sentimientos, más de las cosas pequeñas y sobre todo la amplia caracterización de distintos tipos del París de 1840s. Realmente me fascinaba la idea de vivir en esa época, aunque a veces e decía no me gustaría vivir lo que esos personajes. Recordaba el París que conozco cuando Flaubert hablaba de sus avenidas, de sus teatros, del castillo de Fontainebleau, y descubrí las distracciones de aquella época con Flaubert, de cómo se vivía en el siglo XIX.Y es que además la obra habla en gran medida de los preludios de la revolución de 1848 en Francia, lo que se llamó La primavera de la democracia en todo Europa, la restauración por lo menos temporal de la República Francesa. Así tenemos en los amigos de Frédéric a los tipos frecuentes de la época: Rosanette, la mujer de mundo que no tiene dueño y que gasta su dinero en diversiones y fiestas, Sénécal, el comunista implacable que espera la revolución para al fin alcanzar la cúspide de la humanidad, Deslauriers, el joven abogado buscando fortuna y placeres (me sorprendió mucho este personaje), Péllerin, un pintor de la época buscando notoriedad, Hussonet, el periodista talentoso e implacable. Me gustó esa congregación de amigos jóvenes tratando de hacerse un espacio en la capital cosmopolita, el centro del mundo.Así este libro me ha enseñado mucho de la época, y por supuesto en las discusiones políticas se habla de Lamartine, Blanc, Proudhon, Napoleón, Béranger, Luis Felipe de Orleans, y muchos otros personajes de la mitad del siglo XIX. La revolución así misma es contada de manera apasionante pero también realista con todas sus miserias y su pequeñez. El retrato de la clase obrera, de los problemas constantes de Francia, de los ideales del pueblo, de la volubilidad de los cargos en medio de una revolución son fascinantes.Sin embargo, la descripción histórica no me pareció tan buena como en Salammbó y como mencioné realmente los personajes, sobre todos los principales sólo pasan a través de la novela, son mezquinos, débiles, egoístas, por momentos también me pareció que no sabía qué exactamente quería contar Flaubert, cuál era su mensaje, no encuentro un manejo de personajes con un real objetivo, a veces las acciones se pierden y ése es otro punto negativo que encontré a la historia.Por lo menos me gustó más que Madame Bovary.
La educación sentimental me hizo sufrir, porque sus altibajos son incontables, los personajes son detestables y en ciertos momentos no hay nada por lo cual interesarse. El argumento es sencillísimo y hasta les puede sonar parecido al de otras novelas. Moreau es el típico personaje provinciano que va a la ciudad para triunfar, algo que en esa época podría traducirse como mantener varias amantes, rodearse de amigos más inteligentes y más poderosos que uno y conseguir un puesto de trabajo gracias a todos ellos. La sociedad (preferiría utilizar la idea de Balzac en Papá Goriot porque me parece más exacta: el lodazal) está repleta de ellos. Y Moreau cumple con todas las condiciones, porque es un muchacho indeciso, se limita a pensar por imitación y vive arrastrado por las circunstancias. Esto no es un dato menor: la presencia del contexto histórico en esta novela es muy fuerte. Francia va camino a la Revolución de 1848 y la agitación política golpea a todos los personajes, a los cuales Flaubert les dio una posición tambaleante. Todo lo que amé de la educación sentimental está situado en la tercera y última parte. No quiero contar demasiado, por supuesto, así que me limito a decir que Flaubert se lució. Tampoco quiero aburrir elogiando el narrador, pero podría definirlo a mi manera: explosivo, detallista y poco explicativo cuando quiere. Lo realmente genial está en cómo surgen las voces de los personajes sin abandonar la tercera persona (¡y ya en esa época!).Mientras lo leía, llegué a preguntarme muchas veces cuál era el motivo principal de mi hastío, además de los que mencioné anteriormente. Creo que ya estaba cansada de los advenedizos al estilo Rastignac o Bel Ami, de la focalización en frivolidades, de las reuniones y fiestas en donde no ocurre nada, de la misoginia gratuita y los conflictos amorosos forzados. La historia de Moreau no es ni tan simpática ni tan intrigante como para terminar el libro en dos días. Si tuviera que recomendarlo, lo haría sólo por esos recursos técnicos que a mí tanto me gustan y por la genialidad de Flaubert para convertir argumentos soporíferos (aunque muy reales, por cierto) en una obra literaria respetable. Y subrayo, como siempre, que son apreciaciones e interpretaciones personales.