El rostro verde de Gustav Meyrink
de
Gustav Meyrink
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Otros
Sinopsis
Antes que publicáramos «La Esfera Negra», el nombre de Gustav Meyrink era casi del todo desconocido para el gran público del continente. Lo admiraban sólo unos pocos lectores que pudieron estimar su talento en el idioma original de Meyrink ?el alemán—, o en traducciones inglesas o francesas. Pero desde la publicación de la obra mencionada, no nos cabe la menor duda de que son incontables los que hoy conocen con verdadero regocijo a este escritor personalÃsimo y seductor, dueño del magnifico secreto de cómo cautivar a quien tienen la suerte de encontrarse con alguno de sus libros. Si ya se le admira, pues, como cuentista inolvidable, ahora es el momento de conocerlo como novelista. Página tras pagina, irá el lector descubriendo un mundo misterioso, que atrapará plenamente su atención y más de una vez le estremecerá de manera muy honda. Los que han estudiado detenidamente la obra de Meyrink no vacilan en asegurar que «El Rostro Verde» es una magistral novela, que le sitúa entre los más grandes novelistas europeos de su tiempo. Esta obra es tan importante como «El Golem» para conocer a fondo el espÃritu de Meyrink, rico de inquietudes de alta y noble categorÃa.
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Una lectura a El Rostro Verde de Gustav MeyrinkLa historia es el relato de lo que acontece cuando demonios o dioses se adueñan de una carne mortal y manchan el suelo con sangre.Nicolás Gómez Dávila.Leer El Rostro Verde es adentrarse en el profundo mar de la psique, contada con una prosa llena de simbolismos esotéricos que le habla a nuestro inconsciente. La novela se nutre del contexto histórico decadente de inicios del siglo XX, de ese naufragio que no acaba, con una Guerra Mundial ya en la mente colectiva de Europa y otra más, por venir, gestándose en las entrañas mismas de la humanidad. Con un estilo onÃrico y surrealista, paseamos por las calles de Amsterdan del 1916 y también por un manifiesto de esperanza posible para el individuo moderno, mas no para la masa común destinada a perecer.En búsqueda de la nueva humanidadNo sin razón sonrÃen las estatuas de Buda y lloran la de los santos cristianos. [p. 23]Harto se ha escrito sobre la posibilidad de un cambio trascendental en la humanidad. Ya en el lejano año que se publicara El Rostro Verde (1916) este ideal, como respuesta al decadente espÃritu de la industrialización y el materialismo, aparecÃa como meta utópica a lograr, a veces como un riguroso camino espiritual de revelación, a veces como un cambio polÃtico-social fundacional, que en común buscaban, de alguna manera, la totalidad del hombre.Mientras el psicoanalista Carl Jung comenzaba a profundizar en su psicologÃa de los sueños, Gustav Meyrink, desde un plano imaginativo, se le adelantaba expresando el inconsciente humano y sus influyentes habitantes. En El Rostro Verde hay verdades profundas? [1] escribirÃa Jung en los 60 al preguntarle sobre Meyrink, al cual por cierto, nunca conoció, a pesar de estar ambos sumergidos en los mismos torrentes de aguas invisibles.[2]Uno de los argumentos que se desarrollan en el libro es la posible gestación de un nuevo tipo humano a través del despertar espiritual. Como un daimón, el rostro verde se les aparece ha algunos individuos más sensibles, que por lo general, vivÃan descontentos de la modernidad o estaban destinados a un futuro sufrimiento. El rostro está en todas partes posiblemente desde los inicios del tiempo. Por ejemplo, es el espÃritu detrás de un grupo espiritista cristiano-esotérico-cabalÃstico; el espÃritu detrás de los poderes mágicos de un negro zulú; el espÃritu detrás de un misterioso manuscrito sobre la iluminación. Constantemente esta moviendo los hilos espirituales de algunos iluminados, siendo de guÃa entre las ideas y el consciente. Creemos generar las ideas con nuestro cerebro, pero ellas hacen lo que quieren, más independiente que cualquier criatura.[p. 37] El misterioso rostro es quien trae las ideas a la mente de las personas y es también la idea revelada que busca superar el vacÃo espiritual y las filosofÃas materialistas que mantienen a la humanidad en terribles guerras. Es él la senda que el individuo nuevo debe tomar.Meyrink, con la ayuda de imágenes alquimistas, como la unión de los opuestos, el matrimonio sagrado; y simbologÃa religiosa, ora cristiana ora egipcia, nos cuenta que todo corresponde a una verdad mucho más profunda y universal que cualquier dogma o religión, y que la humanidad debe recuperar para si. En este caso hay una sincronismo con los arquetipos del inconsciente de Jung.La humanidad se ha hecho sin saberlo una muralla contra si misma: el materialismo[p. 259]El tipo de humanidad que hay que superar es quien recibe la critica ácida en la novela. Tenemos, por ejemplo, una muestra de la total decadencia de los valores morales-sociales y del sentido de trascendencia. Una humanidad que destruye y se auto-destruye sin sentido alguno. El materialismo filosófico, que tuvo que extirpar toda noción del alma para sus fines, es uno de los pilares que sostiene a esta humanidad obsoleta, y es en donde Meyrink pone una gran cantidad de minas. Experimentó la extraña impresión de que su cabeza fuera una cárcel dentro de la cuál él estaba agazapado mirando a través de los ojos [?] un mundo de libertad que huÃa para siempre. [p. 59].El evidente desprecio del autor por la clase burguesa y su esnobismo se transforma en un despreció por la actitud indiferente que suelen tener los estudiosos frente a todo lo que huela a irrealidad y misterio, conceptos ninguneados por la ciencia y por ende, por el estudioso-burgués apóstol de la nueva religión racional. Una presentación de magia sirve de escenario para transponer dos visiones sociales frente a lo oculto: Por un lado la burguesÃa se muestra impasible, muy acorde al racionalismo que ignora al alma y a su capacidad de impresión. Por otra lado, las clases más sencillas aún mantienen esa capacidad de impresión y de credulidad, pero como vemos al final, esa credulidad los hace caer en manos de falsos profetas o religiones literalizadas. Es asÃ, como Meyrink nos dice que el alma, el mundo daimónico, es ignorado completamente por el pensamiento moderno, donde sus clases dominantes pasean de la mano con el materialismo limitador para justificar sus acciones destructivas en pos del desarrollo. Las nauseas y el horror que siente el personaje al ver la reacción del público en el espectáculo es la respuesta del autor a todos ellos.Asà que a pesar de que se intente ocultar este Inconsciente Colectivo tras las murallas del pensamiento cientÃfico, este siempre estará allÃ, moviendo sus hilos, influyendo en el pensamiento del individuo y de la humanidad. Cuando Freud descubrió un inconsciente personal que determinaba el comportamiento del individuo, se le trató de analizar bajo el lente racionalista pero sin mayor éxito. Pronto Carl Jung re-descubrirÃa que también hay universales habitando este inconsciente e influyendonos no solo de manera individual sino también colectiva, y que estos universales tienen vida propia y han estado allà desde siempre.Hasta ahora los seres se han descuartizado para dar gusto a ciertos seres invisibles, que por precaución, en lugar de espÃritus se llaman ideales.[p. 159]El Rostro Verde daimónico
Es fácil evitar las apariciones y sus peligros: Basta permanecer hombre, un simple hombre. ¿Pero que obtendrÃas con eso? QuedarÃas en la prisión de tu cuerpo en espera de que el verdugo muerte te lleve al patÃbulo.[p. 260]
Ya en el primer capitulo nos encontramos con el misterio del rostro verde. ¿Qué o quién es esa cara que aparece en sueños y en los recuerdos de ciertas personas? Su definición, como los sueños, es ambigua, escurridiza, paradójica:Se le define como Precursor, el primer antepasado, aquel que nunca conocerá el sabor de la muerte [p. 82]. Esto nos dice es inmortal en alguna forma, que ha estado presente desde el primer humano osea es inherente a él, por tanto pueda que tenga relación con el mito de la creación. En otras palabras, es una figura mitológica.Para el negro zulú Usibepu es [..]hombre capaz de cambiar piel. Vivir siempre. Ser espÃritu. Invisible. Embrujar todo [?] Serpiente-Vidû, con cara verde y signo de fuego en la frente.[p. 124-125] La propiedad de cambiar de piel es daimónica. Sabemos entonces con esto que aparece en distintas formas en la psique, como la serpiente de las distintas mitologÃas y que es capaz de otorgar el poder a Usibepu para realizar su magia. Es un ser que ayuda, como los seres que ayudaban a los chamanes.En la sesión espiritista se aparece como un falso profeta, que engaña y posee al viejo Klinkherbogk para realizar una muerte-sacrificio. Se comporta aquà de manera similar al arquetipo del Trickster[3], que es también una figura mitológica que es portador del fuego, aparecida ya en las mitologÃas paleolÃticas.[4]Pfeil interpreta al misterioso Rostro Verde como una idea, captada por las mentes de ciertas personas que han comenzado un camino espiritual, inclusive si no son consciente de ello. Es la idea de la destrucción de un mundo viejo, por uno nuevo. Es quien les transmite esa extraña sensación de incertidumbre sobre el futuro de la humanidad y de una posible catástrofe universal, posiblemente el temor de una segunda Guerra Mundial y que Meyrink, de forma profética, presenta al final del libro la analogÃa poética de la bomba nuclear.Se le ha llamado con varios nombres: Chidher Grün, Judio Errante, ElÃas, El Rostro Verde, Soquiant. Su naturaleza siempre será incierta, aunque intentemos examinarlo, se nos escapa entre los dedos de la razón. Pero de seguro el Rostro Verde es ese ideal, ese espÃritu del nuevo tipo humano, el fuego que hace a la humanidad avanzar.Cambiar las Luces de lugar
Se erguÃa casi hasta el techo un grueso palo, negro de podredumbre, con una viga horizontal en la punta como una cruz decapitada. Una serpiente verde[?] enrollada varias veces en el palo, dejaba colgar la cabeza. [p. 281]Uno de los conceptos que más me llamo la atención fue el de cambiar las luces de lugar. Aparece por primera vez en el relato del viejo Lázaro Eidotter en la cárcel cuando es visitado por el doctor Sefardi. Allà le dice, en un enigmático relato, ElÃas me habÃa instruido en la ley doble transmitida de Josué a Moisés por boca a oÃdo [?] y que ya habÃa intercambiado en mà las luces obscurecientes del makisim?[p. 238]. Obviamente no queda muy claro que es el makisim. Hasta hoy no he encontrado ninguna referencia en internet sobre ello, al parecer es una transliteración de una palabra en ruso. Luego, continuando con su relato, hace comprender un poco al doctor, que confundido, al igual que el lector, le pide un poco más de claridad: Desde entonces [?] tuve el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho[?] si los makisim no hubieran sido intercambiados en mà no podrÃa dejar a mi cuerpo actuar por su cuenta.[pag. 240-241] Esta frase pareciese ser un eco del mito de Eros y Psique. El cambio interior le impidió sentir como una persona cualquiera, ya que entendÃa que el dolor individual era algo pasajero, pero sà era capaz de sentir por cada una de las personas, ya que una empatÃa universal lo hacia sentirse culpable de cada acto humano. Ese cambio de luces que realiza el Rostro Verde, ese mirar las cosas viejas con ojos nuevos y las cosas nuevas con los ojos viejos, es en definitiva el umbral de la doble visión. Lázaro dice que el cambio no se puede aprender por cuenta propia, es necesario que alguien (un daimón) venga y haga el cambio por nosotros. El cambio mantiene a Lázaro en un estado de despersonalización controlada. Para quienes hemos sufrido de este trastorno de la pique, es una sensación desagradable y compleja de sobrellevar. Sentirnos que estamos observando todo desde afuera, y que la realidad no es más que una pantalla, o un velo, que en cualquier momento se va a desvanecer y que vamos a despertar quizás dónde, me provocaba personalmente crisis de pánico extremas al punto de sufrir actualmente de Agorafobia. Más allá de mi propia experiencia, en el libro, la despersonalización es sinónimo de estar consciente en ambos mundos, como la cualidad del chamán.En uno de los capÃtulos finales, cuando Hauberraiser tiene la experiencia reveladora con el Rostro Verde, se le realiza también el cambio de luces Tomó los dos candelabros que estaban a los dos lados del escritorio y puso a la derecha el de la izquierda y el de la izquierda a la derecha[p. 291]. El sueño lucido iniciático que vive Hauberraiser esta lleno de sÃmbolos esotéricos reveladores para su espÃritu, como el caduceo descrito en la cita de arriba, o la figura de una araña escurridiza que se esconde a su vista racional. Pero es el cambio de luces lo que transforma definitivamente su viejo ser en un nuevo ser. Desde ese momento su estado es similar al de Lázaro. Se despersonaliza y ve todo con una doble visión. Gracias a esta capacidad se salva de la destrucción y de la falsa visión colectiva de los momentos finales. Él encarna en la tierra la esperanza de la nueva humanidad.***
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