Con el sistema de escritura y canto o solfeo que ideó Guido dÂ’Arezzo, los aprendices de cantores catedralicios abreviaron sensiblemente su proceso de aprendizaje y mejoraron notablemente la afinación y conocimiento sobre lo que debÃan cantar o tocar en instrumentos, aún haciéndolo a primera lectura, algo que Liszt o Brahms podÃan realizar sin levantar una ceja siquiera, pero que a un cantor de coro en Europa hacia el siglo XI, sonaba a impensable. Guido dÂ’Arezzo hizo posible que, con los elementos mÃnimos que su método proponÃa, el canto ignoto o desconocido se hiciera amigable y conocido.