Acuciado por la burocracia, y refrenado por el poder polÃtico, BomÃlcar investiga la muerte de uno de los jueces de la ciudad, pero no tarda en hallarse ante un enigma mucho mayor y de imprevisibles consecuencias polÃticas: el robo de la espada de Cartago. La espada de Cartago es casi un compendio de las virtudes más celebradas del autor: el exhaustivo conocimiento de la época y las costumbres cartaginesas que ha venido demostrando sobradamente desde la exitosa AnÃbal, la sutil trasposición de circunstancias actuales, como sucedÃa también en La amante de Pilatos, o el asombroso talento para recrear intrigas polÃticas que descollaba ya en La primera muerte de Marco Aurelio. El lector de Haefs se reencontrará no sólo con una pericia narrativa y un derroche de conocimientos históricos que se han convertido ya en signos de identidad, sino también con algunos viejos conocidos, personajes inolvidables como el investigador romano Tito Laetilio, AntÃgono, el amo y señor del Banco de Arena y sobre todo BomÃlcar, el jefe de los guardias que mantienen la ley y el orden en una Cartago en la que conviven, no siempre plácidamente, Ãberos, númidas, cartagineses y maqueos (sin que falten los espÃas romanos).