Una chica vela a su abuelo y en la soledad absoluta tiene dos grandes compañÃas, la de la memoria y la de la imaginación. Mientras los cerezos se desnudan, la ley del invierno se impone para recordarnos que para renacer es necesario antes dejar ir.
Con un aire intimista y mágico, esta novela hace visible lo invisible: las personas que no están pero que nos guÃan hablándonos al oÃdo, el amor que dejamos existir cuando necesitamos que exista y la forma como suplimos cada ausencia.