Frederick Forsyth, que demostró su formidable ingenio, entre otras obras, en «Chacal», «Odessa» y «La alternativa del diablo», parece condensarlo aquà en una serie de relatos cortos, cada uno de los cuales es una pequeña obra maestra en su género. Porque el ingenio es el denominador común de unos cuentos, por lo demás, muy variados. Desde el patetismo de «El emperador» —que da tÃtulo a la obra—, con la lucha de un pescador inexperto con un imponente pez espada y con la liberación del pescador de su propio género de vida, rutinaria y angustiada, hasta «Hay dÃas nefastos», en que unos ladrones, por un error muy explicable, roban un camión que transporta sacos de abono, en vez de otro que llevaba una enorme cantidad de cajas de coñac francés —las cuales tenÃan que entregar a unos gánsters por un precio previamente convenido—, y cuando, descubierto el pastel, se dispone el jefe de los atracadores a desprenderse del inútil camión, éste sufre un accidente, revientan unos sacos de abono y, en presencia de la PolicÃa, se descubre que el abono no era más que la tapadera de un contrabando de armas, por lo cual el ladrón paga por un delito que no ha cometido. O «El fullero», en que un juez, estafado por el jugador de ventaja en un viaje en tren, tiene que juzgarle por un delito idéntico; o «Un hombre precavido», en que un enfermo incurable, antes de suicidarse, dispone de las cosas de manera ingeniosa para burlar a los presuntos herederos de su cuantiosa fortuna y privar al mismo tiempo de sus derechos al fisco. Todos los relatos —repetimos— son sumamente ingeniosos y matizados por un finÃsimo humor.