Las «conversaciones» que siguen se mantuvieron en francés y reúnen la mayorÃa de los grandes temas que el artista no dejó de abordar, a los que dio vueltas con obstinación durante toda su vida: el arte, la vida, la muerte, las pasiones, los grandes temas universalesÂ…, pero también su trabajo, sus amistades, sus viajes, sus lecturas, el alcohol, Picasso, Giacometti, Velázquez, of course, e incluso su interés por el videoarteÂ… Hablar le divertÃa. Hablar le excitaba. Hablar era también un arte para él. No dudaba en volver y volver sobre un tema, desmenuzar una idea, cebarse con una palabra para desnudarla mejor, armado de varios diccionarios si era precisoÂ…, predicando, también, a su manera, un discurso sabiamente meditado hasta la más mÃnima evocación, como si quisiera, una vez más, dejar a la vista sus demonios familiares. Siempre exigente, alguna vez con lagunas. Provocaba, adoraba provocar y seducÃa, no sin humor. Entre las charlas grabadas y las notas que tomé durante nuestras entrevistas, he tratado de escoger las frases que expresan mejor la proximidad, sencillez y complejidad y también la extrema ambigüedad de un hombre entregado a su pasión, a la pintura.«Ya no se reconoce el modelo, la figura es humana, simplemente humana, hecha de carne y de sangre. Interviene Bacon, el cirujano, el carnicero. El que repiensa la anatomÃa, el que trabaja la carne, el que cuenta toda su plasticidad en su masa, con la medida de un espacio sideral. Esos hombres-carne misteriosos ejecutan sus piruetas de la desesperación en el vacÃo y evolucionan, atraÃdos por no se sabe qué imán, en un cielo sin horizonte. ¿Dónde estamos? ¿En qué reino? ¿En qué universo? ¿Dónde debe mantenerse el cuerpo? Se propaga por esos cuadros un onirismo de crueldad, un enigma de drama, un “olor a muerte”. El pintor exhibe sus criaturas en toda su brutalidad implacable. Representa su teatro de tragedia sin pathos».