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Un buen día te levantas, te pones los vaqueros de siempre y la americana de cuero negra, entras en la consulta del médico y sales sabiendo que te quedan cuatro meses de vidaEsto es lo que le sucede a Enzo, uno de los personajes principales que aparecen en Que nadie te salve la vida. Traductor, solitario y bastante inseguro, tiene una deuda de vida con Víctor, adquirida cuando en su juventud este último le salvó de morir asfixiado.Víctor es un ser egoísta, calculador, hipócrita e insensible que se cree con el derecho de decidir sobre la vida de los demás y que piensa que no hay nada que no tenga un precio, por lo tanto, nada hay que no pueda conseguir a costa de lo que sea y de quien sea.Enzo escribe una carta antes de morir en la que habla sobre la deuda que tenía con Víctor. Esta carta está destinada a ser entregada a Berta cuando ésta cumpla veinticinco años, casi veinte años después del fallecimiento de Enzo. La recepción de esta carta pondrá la tranquila vida de Berta patas arriba y le hará plantearse cosas que ni había imaginado.El libro está dividido en cuatro partes. A modo de novela coral, cada una de sus partes está centrada en un personaje al que acompañaremos en sus reflexiones y pensamientos más íntimos. Cada uno de ellos nos aportará piezas necesarias para entender la historia en su totalidad, todas las piezas tan relacionadas entre sí que incluso en ocasiones podemos ver claramente que los pensamientos de uno bien podrían ser los de otro, o incluso los de todos (cada uno en su contexto).Estamos ante una obra muy profunda, me atrevo a llamarla filosófica, que mantiene la línea de todo lo leído por mí de la autora hasta el momento. Una lectura que, a pesar de tener un ritmo muy veloz e invitar a la lectura rápida, necesita calma para poder captar la totalidad de su esencia.Flavia nos va a sumergir en un texto cargado de mensajes en torno a la vida y la muerte, el sentido de ambas y la búsqueda de dicho sentido -a niveles físicos y espirituales-. Nos hace reflexionar sobre el libre albedrío, sobre cómo nuestra libertad puede coartar la de las demás, las deudas que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, las relaciones tóxicas, las mentiras y el derecho a saber la verdad... Nos hace cuestionarnos nuestras propias inseguridades, fortalezas y egoísmos. Vemos cómo la misericordia y el perdón, al igual que el amor, son sentimientos que lo tiñen todo y no solo aquello que lo provoca. Respecto al perdón, me encanta el juego que Flavia es capaz de organizar alrededor de él y de sus tres posibles formas de expresión: pedir perdón, obtener el perdón y la necesidad de que nos pidan perdón.Una lectura que no puedo dejar de recomendar, y que además invito a leer de una manera atenta porque, como suele hacer Flavia, nos dice mucho más de lo que a simple vista puede parecer. Una novela que me ha generado paz y angustia al mismo tiempo y que volvería a leer sin dudarlo, porque me parece una verdadera maravilla como la ha desarrollado, como ha ido poniendo en orden tanto caos inicial, como ha ensamblado todo sin ninguna fisura para -a partir de un argumento aparentemente sencillo y trivial- transmitir mensajes tan profundos y cuidados. No hay odio más grande que el que surge de la imposibilidad de perdonarse por el daño que se ha infligido a otro

Comentarios de lectores del libro Que nadie te salve la vida