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Estela, con su particular y sencilla forma de escribir nos coge de la mano y nos adentra, en esta, su primera novela, en una nada fácil trama que transcurre en la inmediata posguerra española. Sin darte cuenta, estarás inmerso en una historia que hoy, más que nunca, no debe olvidarse. Por todos es sabido que quien no aprende de sus errores, está condenado a repetirlos. Nos habla de una época donde la miseria rezumaba a través de los poros de la piel y donde ya ni las tripas regruñían por temor a ser delatadas por los sirvientes de la dictadura, en la que tu vecino, tu amigo, tu hermano, podían venderte saboreando la hiel de la venganza, mientras se persignaban hipócritamente por no ser ellos quienes se las vieran ante el ojo del fusil, y todo en nombre de un viejo rencor, de una envidia enquistada. Estela Melero nos narra la crudeza de esos tiempos, y nos enseña que a pesar de la grave y prolongada depresión que sufría el país, de los actos dolosos que rodeaban y se le infligía a la población, que existían el hambre, las privaciones, las enfermedades, que uno andaba temeroso y siempre mirando de reojo pero Estela nos enseña, que aún en ese panorama de desconcierto, hay cabida para el AMOR, que aunque el fin de la guerra no trajo la paz a los españoles y pese a encontrarse en un país en el que, como la autora cita en su obra, el decoro se medía por el largo del dobladillo, hubo quien luchó por la persona que amaba, porque esta novela gira en torno a eso, a la relación entre Irene y Arturo. Quienes nos enseñan a amar, a que nada ni nadie puede decirte con quien sí y con quien no, que no hay otra forma de amarse que no sea con libertad, sin ataduras, que las ganas de tenerse y de disfrutarse pueden con todo y te hacen superar toda suerte de calamidades. Y aquí vuelvo a citar a la autora, porque debe quedar claro, que no hay ningún otro secreto, que la determinación y la constancia son las que diferencian a la gente que consigue las cosas de las que no. A través de estas páginas os sentiréis atrapados por el coraje de Irene, una mujer que no se dejó amedrentar por los códigos impuestos de la época, y por la valentía y capacidad de lucha de Arturo. Os encontraréis haciendo fuerza para que ese reencuentro sea posible, pero para saber cómo se desarrolla todo y cuál es el desenlace, solo puedo invitaros a leer esta vibrante novela que encierra tanto en solo 145 páginas.

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Tierra sobre la memoria es el primer libro de su autora y después de leerlo, seguro que cuando publique otros los leeré porque me ha encantado. Nos sitúa en un pequeño pueblo de la meseta castellano-manchega en el verano de 1943 y narra la historia de amor prohibido, ya que ambos protagonistas están casados, de Arturo e Irene. En plena postguerra, una época muy complicada en la que el adulterio era un pecado y un delito, nuestra pareja se tendrá que enfrentar a la moral social de la época en un entorno rural. Además, en el pueblo pesan mucho las rencillas existentes por pertenecer a uno u otro bando. Hecho que además influye en el afán de poder de quienes les rodean y en el uso que hacen de él. Irene y Arturo, se enamorarán en el momento equivocado, en un tiempo de hambre, privaciones, enfermedades y abusos que acabo con la dignidad de muchos seres humanos. Pese a ello descubriremos al avanzar en la lectura que jamás se resignaron a no poder amarse libremente.Con una pluma ligera y sencilla la autora, nos acerca a una parte de nuestra historia que no debería ser olvidada. Consigue retratar ese ambiente rural opresivo donde la población debía tener cuidado con cada gesto o comentario pues en cualquier momento, un vecino o incluso alguien de su propia familia podía delatarles a las autoridades. Una época de resentimientos, rencores y venganzas, donde no existía la palabra clemencia. Consigue que nos pongamos en la piel de los protagonistas, en su historia de amor y sacrificios sobre todo por parte de Irene, que hará y soportará lo que sea para sacar adelante a su hijo. Toda una lección de valentía y superación personal donde nuestras protagonistas sobreviven gracias a la fuerza de los recuerdos y los sentimientos.En menos de 200 páginas puedes sentir el coraje de Irene, una mujer que lucho contra los códigos impuestos de la época, y la valentía y capacidad de lucha de Arturo. Es imposible que, al leerlo no sientas el dolor, no se te encoja el corazón al ver su determinación pese a todos los obstáculos que la vida les ponen en el camino. Y según vas llegado al fina del libro te encuentras en vilo por saber cuál va a ser el desenlace, cuál sería el final de este amor.Este libro, más allá del aspecto ideológico es una historia que invita a reflexionar, porque no habla de vencedores y/o vencidos, habla de personas que fueron víctimas y cuyas vidas se vieron truncadas y/o dañadas.  Es un viaje intenso con una gran labor de documentación histórica y social. Y una narración realista donde los hechos son narrados con toda la crudeza, con la única finalidad de apoyar a la trama principal: una historia de amor, dolor y crueldad donde nunca faltó la esperanza.

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A veces, las hechuras con las que se hilvana una historia nos pueden dejar una huella insondable. Y es que esta, está contada de una forma sencilla pero a la vez tiene mucho que decirnos.Tiempos duros y difíciles, los años posteriores a una guerra. Tiempos de resentimiento, hambre, rencor, venganza... En este libro la autora realiza un recorrido sobre esos años de grandes penurias y vanos sufrimientos, situándonos en un páramo de dolor, del que uno, al sumergirse en esta historia, puede no salir bien parado.Para quién no conoce los hechos del pasado, esta se trata de una historia de desgarros y de incontables injusticias en la que Irene y Arturo, los principales protagonistas de ella, intentan vivir una historia de amor al margen de los acontecimientos, pero las circunstancias de entonces se lo impiden. Me ha gustado mucho el estilo costumbrista que destila el libro. En él podemos encontrar detalles mundanos acerca de la vida rural en aquellos años, de su modo de subsistencia, y de situaciones que son el fiel reflejo de esos primeros años de posguerra. Un relato conmovedor de lo que vivieron nuestros mayores. Estela, a su vez, tiene un estilo sobrio y elegante a la hora de narrar, lo que facilita la conexión con los personajes y la historia. Una no puede evitar sentir cierta repulsa por el modo en el que sucedieron estos hechos. Y aunque se trate de una novela de ficción, es como conocer de primera mano los entresijos y dictámenes impuestos por la sociedad de entonces. Unas normas, en su mayoría crueles y en las que la mujer se veía sometida a muchos abusos por parte del poder.Más allá del espectro ideológico es una historia que invita a reflexión, ya que el recuerdo imperecedero de las muchas víctimas permanecerá en nuestra memoria para siempre.

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Este libro nos narra una historia de amor prohibida entre Arturo y Irene, durante el verano de 1943, en un pueblo pequeño de Castilla-La Mancha. Digo prohibida porque ambos estaban casados con otras personas, y en plena postguerra, el adulterio se consideraba un delito. Además, como en todos los pueblos pequeños de entonces, todos estaban en el punto de mira, y era bastante frecuente que un vecino te cogiese manía por cualquier gesto o comentario mal hecho, pudiendo chivarse a las autoridades, y tu acabar ahorcado en la plaza del pueblo.Aunque trata sobre una época dura, donde reinaba el hambre, las enfermedades, el odio, etc. con su pluma sencilla, Estela consigue narrar una historia preciosa. En menos de 200 páginas, la autora nos transporta a esa época, que muchos de hoy en día ya han olvidado, o quieren dar por olvidada, y no debería de ser así. Especialmente, porque muchas familias siguen sin saber dónde están enterados sus familiares, y no lo sabrán nunca, y creo firmemente que esa gente no debería de caer en el olvido. Los personajes, tanto los principales, como los secundarios están formulados de una manera excepcional, pero sobre todo tengo que destacar la valentía y el coraje con la que luchaba Irene para poder sacar a su hijo adelante, y con la determinación de Arturo para llegar a su amada. Ambos son toda una lección de valentía y coraje, por todo lo que tuvieron que soportar a lo largo del libro. La autora consiguió que me metiese de lleno en la historia de ambos, y de su pequeño, y de llorar de impotencia en algunas escenas muy duras. Es casi imposible que al leer este libro el lector no sienta el dolor que sufren los personajes. La novela esta muy bien escrita y se nota que la autora se documento bien para poder escribirla. Me hubiese gustado otro final, pero dado que la autora se mantuvo fiel a la época, no podía ser de otra manera. Os aconsejo que tengáis kleenex a mano porque las últimas páginas, especialmente el epilogo, no os dejara los ojos secos. Aun así, estoy deseando leer la segunda parte: Indómita Aurora. Recomiendo muchísimo este libro. Especialmente porque creo que necesitamos reflexionar un poco en lo que paso en esa época oscura, para que no se repita la historia. Este libro no habla de que bando tenía razón, o quien era el culpable de todo. Habla de los habitantes de los pueblos y de lo mal que lo pasaron, de los esfuerzos que tuvieron que hacer para poder seguir adelante y para comer, pese a tener cartillas de racionamientos. Sobre todo, trata de que la esperanza es lo último que se pierde, y si luchas por lo que quieres, tendrás tu recompensa.