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Llamadme Alejandra es la nueva novela de Espido Freire (premio Azorín, 2017). Una autora conmovedora en el relato corto, llega a velar en la novela: atrapa, concentra y observa atentamente el objeto de su relato, para dejarlo libre, ingrávido y penetrante.Melocotones helados es un buen ejemplo de esto. Y Llamadme Alejandra, no se queda atrás.La vida de la última zarina de Rusia no llamaría tanto las puertas de la imaginación si no fuese por su triste fin. A partir de esa complicidad, Espido Freire construye una historia íntima más que un relato histórico; retrata una voz con los colores que sabe usar de su paleta: la palabra justa, el conjunto antes que el detalle, y esa delicadeza certera con que su mirada se deposita en cada pliegue de una personalidad difusa, buscando los secretos que hacen, de una vida velada, una vida única.No hay fuegos de artificio. En general, a Espido Freire no le hacen falta. No busca el impacto, antes bien, intenta desde lo aparentemente sencillo atrapar a un lector que se deja sorprender por las pequeñas cosas, esos grandes momentos que tejen una vida, y que no siempre son el oropel de una corte, el relumbrón de un estatus, un vestido o una joya. Alejandra se dibuja desvaída, a color pastel, acuarela en un lienzo cuya profundidad la define el agua: una vida mecida por las circunstancias, un dejarse hacer y abrazar un destino.Espido Freire no juzga, sólo conmueve. Y es mucho. Todo de esta mujer nos sería vano si no fuera porque ha vivido; el secreto de Llamadme Alejandra está en dibujar una vida narrada sin estridencias, sin falta de gusto: una mujer jamás sería indiscreta sin ser tachada de vulgar; la vida femenina es más interior, más callada; Espido Freire desvela cada pliegue de esa personalidad con suma delicadeza, con el mayor de los tactos; algo que, por lo demás, siempre la ha caracterizado.Llamadme Alejandra vive en un tiempo convulso, de profundos cambios: la herida que se abre, la brecha que dividirá mundos, pensares. Y sin embargo es actual, nos habla con un lenguaje sencillo, de una manera directa. La autora sabe que sabemos, y sabe que jamás aprendemos de nuestros errores.La levedad de Espido Freire es divina. Porque consigue desarmarnos con sutileza, porque consigue hablar del error, del horror, del ardor y de la vida sin grandes alegorías, sin estruendos, llegando al corazón del lector con su escalpelo de plata, afilado, inequívoco, e indoloro. Perfecto. Enlace: https://juanramonvillanueva...

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Acabo de cerrar este libro y aún sigo sobrecogida... Aunque los hechos que aquí se nos relatan son más o menos conocidos por todos (al menos el desenlace), la forma en la que está escrito hace que cada página te vaya absorbiendo y no seas capaz de abstraerte de las palabras de la narradora. Escribir con un narrador en primera persona está muy de moda; antes me gustaba encontrar libros así, ahora me cansa que la mayoría de autores se suban al carro de eso... La narrativa en primera persona es muy arriesgada; pueden pasar unas cuantas cosas: que el lector se canse de leer solo bajo el punto de vista del protagonista, ya que nunca será objetivo en su narración y/o que el personaje narrador esté tan bien perfilado que el lector empatice por completo con él...y eso es lo que me ha pasado a mí. Espero explicarme bien a continuación. La zarina Alejandra nos va contando su vida como si escribiera una carta a una amiga, como si me escribiera a mí. Una narración sin apenas diálogo que hace que sólo sean pensamientos y sentimientos del personaje los que llegan a tu cerebro. Eso hace que el vínculo entre lector y personaje sea tan estrecho que ya es imposible ver la escena desde un punto de vista que no sea el de ella. En algunos momentos creía oirla a mi lado relatándome su historia. Pero ¿Sabéis lo que sentía? Pensaréis que estoy loca... Cuando Alejandra me contaba su vida, sus temores, sus alegrías, su vida cotidiana, yo solo tenía un pensamiento os van a matar, os van a matar; no lo sabes y yo no te puedo avisar. No se si este libro es objetivo o no con la vida de los últimos Romanov; quizá sea una semblanza demasiado blanca y piadosa de ellos, pero me da igual. Este libro es una absoluta joya para quien disfrute de una narrativa de calidad, y punto. Avisar que sus últimos capítulos se componen de transcripciones de los informes sobre el asesinato de la familia y bueno... Son realmente duros. He acabado el libro angustiada, horrorizada y llorando sin parar. ¿Recomendaría este libro? Sí, sin duda alguna. No es un libro bonito, no es un libro amable, no es un libro para disfrutar con su historia.. Pero sí es un libro que merece la pena comprar por esa narrativa que la autora nos regala y sí es un libro que debería convertirse en un clásico