« pongo, afectuosamente, las ligeras páginas que contienen estas tres historietas inmorales Aunque cuando escribo la palabra inmorales refiriéndome a mis novelitas juveniles, no puedo menos de sonreír Es tan ingenua, es tan pueril esa inmoralidad, que no llega siquiera a ser peligrosa. Todo se reduce, para hablar como esos franceses del siglo XVIII, a quienes usted y yo admiramos tanto, a no darle mucha importancia a los asuntos de «couchage» y a llamar «bagatela» al pecado carnal».