A Elena la asesinaron mientras hacÃa footing una neblinosa mañana de Cambridge. Dejó un vacÃo entre quienes la conocÃan –todos deseaban lo mejor para ella– y su muerte se convirtió en un engorro para las autoridades académicas, que además estaban en pésimas relaciones con la policÃa local. El recurso a Scotland Yard era inevitable, y con él, la presencia del inspector Lynley y la sargento Havers. Ambos, en su investigación, se topan con las múltiples sombras de la personalidad de Elena, la equÃvoca relación que mantenÃa con sus amigos y con sus fugaces amantes, las corrientes subterráneas que no llegaban a alterer la calma superficie de la respetable y añeja institución. Por el bien de Elena está llamada a poner de relieve la categorÃa que Elizabeth George muestra en sus novelas. La intensa descripción de caracteres, la vÃvida radiografÃa de la vida universitaria y la emoción de la intriga lo hacen inevitable.