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Segunda entrega de ésta trilogía que me tiene completamente enamorada. Ahora nos centramos más en Adrián, el protagonista masculino. A lo largo de la historia conocemos un poco más de su pasado y eso explica algunos de sus cumportamientos. Verdaderamente nos encontramos ante dos personajes, tanto Blanca como Adrián, con un pasado que les pesa en exceso. No sé lo que pasa pero no consigue superarlo. Han sido tantas cosas que han pasado (por separado y juntos) que tienen grandes cicatrices en su piel. La trama comienza con los protagonistas separados y cada uno empieza a hacer su vida. Blanca, conoce a Fer, un personaje que no me ha gustado NADA DE NADA, pero no por como esté escrito (me encanta la pluma de ésta escritora) sino por la forma de ser del personaje. Es estirado, pijo, machista y retrogrado. Lo tiene todo. Adrián por su parte, conoce a Anaïs, una compañera de teatro. Los dos intentan rehacer sus vidas, pero hay un hilo invisible, que les une, en pensamiento, en alma y en corazón. No lo pueden evitar, asi que cuando se da la ocasión, bien por encuentros casuales o por otros motivos que tendréis que descubrir al leerlo, las chispas saltan. Saltan, arden y ¿quizá se consuman? Hablemos de lo que me ha hecho sentir. Muchas cosas, la verdad es que abarca una amplia gama de sentimientos, me he reído, he sentido tristeza y me he enfadado, también. Esta parte contiene una dosis más alta de sexo, explicito, pero escrito de una forma muy natural. Bueno, pues como lo que es, sexo. Natural como la vida misma. Creo que Blanca, aunque ella se vea que está madurando, yo la veo quizá un poco más perdida. Si es verdad que está más centrada que en la primera parte, pero creo que ha perdido garra, porque si no, no hubiese consentido ciertas cosas? pero estoy convencida que esto es parte de la trama y que en la última parte va a salir esa guerrera y me va a dejar con la boca abierta. Confío mucho en este personaje. Creo es la primera vez que marco con posit un libro, pero estas frases me han encantado. Cito textualmente: Ella pensaba que le sobraban kilos y que no era nada atractiva, pero yo me juraba a mi mismo que lo que le faltaban eran besos, caricias y palabras que la hiceran quererse.- ¿Por qué la vida es tan difícil algunas veces? ? Begoña suspira. - No. Somos nosotros los que la complicamos más de lo que es.Quien duerme con el corazón roto, despierta mucho peorAhí lo dejo.Besos apretaus,E.