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La edad de la inocencia de Edith Wharton

de Edith Wharton - Género: Drama
libro gratis La edad de la inocencia

Sinopsis

Pertenecientes al exclusivo y tradicional patriciado de la Nueva York del último tercio del siglo XIX, anclado a sus rígidas convenciones y hábitos sociales, Newland Archer, joven y brillante abogado, y su novia May Welland, joven gris y perfectamente educada, se prometen teniendo en el horizonte la perspectiva de formar un matrimonio acorde con las expectativas y cánones propios de su educación, su medio y sus respectivas familias. Sin embargo, la inesperada irrupción en este escenario de la prima de May, Ellen Olenska (una mujer de treinta años atractiva, independiente y escasamente convencional, un soplo de aire fresco), procedente de Europa huyendo de su matrimonio con un desaprensivo conde polaco, introducirá un factor de inestabilidad en la pareja y en la sociedad a la que pertenecen. 'La edad de la inocencia' no es sólo un retrato insuperable del inicio del declive de la alta sociedad tradicional de Nueva York, con sus esplendores y sus miserias, sino también una novela que plantea las idas y venidas, y sobre todo las dolorosas contradicciones, de la pasión amorosa.


Algo similar a lo que me ocurrió con Las Horas, pero unos diez años antes, la única película de Martin Scorsese que me ha gustado realmente, La Edad de la Inocencia me llevó a leer la novela del mismo título, escrita por Edith Wharton (1862-1937).Incisiva, de una narrativa fluida que nunca se hace pesada, la novela narra las vicisitudes de un hombre atrapado entre su apática adherencia a las convenciones sociales y sus deseos íntimos, y dos mujeres: una que lucha en vano por traspasar los límites de una libertad tan estrecha como el corsé que la moda le impone y la otra, cándida al menos en apariencia, que representa todo lo bueno y todo lo malo de la sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX. Estos atípicos protagonistas viven un destino tejido en la ciudad de Nueva York, laberíntica, difícil, llena de estuarios y baches, impertérrita ante el dolor, los vicios o las virtudes de quienes la habitan.Mucho se ha dicho de esta historia: irónica, aristocrática, sensible pero no demasiado, astuta y dura. Y es cierto. Disfrazado entre las buenas maneras, el encanto más WASP, los encajes y sedas y armiños, los salones bellamente decorados y los platos más elaborados, La Edad de la Inocencia representa un drama interno lleno de quiebros, que no deja sitio para la ternura innecesaria ni respiro para Newland Archer o la condesa Olenska, que navegan inocentemente en un océano de intrigas a sotto voce, de destinos cruelmente marcados por las convenciones sociales y aceptadas por todos, Newland incluido; donde el nombre, la familia, el aspecto exterior significa mucho más, mucho más que la búsqueda de la felicidad, propia y ajena, y cuya continuidad sólo la garantiza la posesión de dinero, único requisito que finalmente se requiere para participar de ese juego de engaños que sofoca a sus protagonistas.Es, y quizá sea el motivo por el que la historia me atrajo más, la representación de tres formas de ver la vida distintas pero complementarias, y el retrato de una vida que nosotros, los seres humanos, hacemos vil y dañina, sin ser plenamente conscientes de que todo pasa, todo, incluido nosotros mismos, o sobre todo nosotros mismos. Newland, que dentro de su modorra existencia encuentra una razón para sentir, soñar y vivir que rompe los cimientos de una existencia que debía seguir una línea determinada, una tranquila travesía por los años que pasan sin estridencias o sorpresas desagradables. May, la representante de la sociedad, la responsable de que el mundo siga siendo lo que es, encarna lo más sórdido de esas reglas del juego, calladas normas que se aceptan sin pensar, tal como en la actualidad la sociedad norteamericana (una inmensa parte de ella, de cualquier forma) se adhiere a las normas abyectas y caducas de religiones muertas para el siglo en el que vivimos. May, candorosa, esconde en esa serenidad, en esa constante reafirmación de su inferioridad, el verdadero poder, la fuerza que se sabe apoyada de antemano por todos los seres que, como ella, la anteceden o le sucederán en un futuro. En contra de lo que pudiera parecer, May no es un personaje sórdido: es el fruto de su sociedad, del mismo modo que Newland lo es de su tiempo. Pero lo que los diferenciará para siempre es que, en Newland, siempre ha latido esa ansia de apertura, ese tibio furor que le indica que, a pesar de todo, la vida es más brillante, más irresponsable, más diferente de lo que nunca hubo podido ver en los estrechos límites de la aristocracia nativa. Y en May esas dudas nunca se producen, porque su naturaleza inmovilista no se lo permite; su natural tendencia al no-cambio, al apoyo en el cómodo colchón social, no generan en ella el mínimo interrogante, no prende en ella ningún ánimo revolucionario. Sentiríamos más pena por May, viéndola con nuestros ojos dos siglos después, si no supiéramos que esa supuesta inocencia o esa falta de estímulo esconde el fervoroso inmovilismo, el alienante ahogo por lo distinto, por lo diferente, por lo que puede alterar un satus quo absurdo pero muy real, que la lleva a actuar, siempre en la sombra eso sí, de la manera más egoísta posible, y por eso mismo más cruel. Es el personaje más ciego de los tres protagonistas, y el más oscuro también, porque se encuentra ahogada en convencionalismos, en rígidas normas, en lo que debe ser y lo que otros han soñado para ella que debe ser, que lo acepta sin preguntas y, más aún, lo perpetúa simplemente porque así debe ser. Y lo defiende, con todas las armas posibles, frente a cualquier elemento desestabilizador que la perturbe. Y finalmente Ellen, la condesa Olenska, la distinta, de turbulenta vida marital, alejada de la sociedad nativa, que trae consigo los aires de cambio, las esperanzas y las nuevas locuras de, vaya paradoja, el viejo continente. Es el personaje realmente inocente de los tres protagonistas: cree que la sociedad la va a tratar como una más, aunque sus diferencias sean tan estridentes; confía en su corazón; confía en Newland (quizá el único ser que no la decepciona en realidad); y en su familia, sin saber que es la primera en darle la espalda y en tejer el juego de intrigas que la obligará a exiliarse nuevamente, esta vez para siempre.Es una historia de amor a tres bandas; de desesperanza; de batallas perdidas, y de un amor imposible; de querer lo que no tenemos, o de anhelarlo porque lo que nos rodea no nos es suficiente; de renuncias, de lo difícil que resulta aceptar las consecuencias de nuestras decisiones; y finalmente de una aceptación callada, que nos lleva a navegar por el río de la vida con la errónea impresión que todo lo que ha pasado le ha ocurrido a otra persona.Pero lo maravilloso de esta historia, y de la magnífica película de Martin Scorsese (remarcada por la espléndida banda sonora de Elmer Bernstein), es el retrato de la crueldad humana, mucho mayor al provenir de una sociedad supuestamente educada, y de lo actual de su trama. Y no me refiero aquí a los convencionalismos sociales; a la represión de una educación errónea; a la renuncia a la felicidad; sino a la eterna dificultad de la sociedad humana por aceptar lo que es distinto de sí misma; a la crueldad con que no asume lo que difiere de sus principios, principios absurdos cimentados sobre el barro de la siempre breve existencia del hombre. Aún hoy, a pesar de la facilidad con la que podemos gritar nuestras frustraciones (algo impensable en ese tiempo), todas persisten, todas sufren la misma lucha, la misma humillación y las mismas derrotas. El día en que la sociedad arranque el fundamentalismo de raíz, la existencia de seres que buscan la aceptación y su libertad, como la condesa Olenska, tendrá sentido; y la tibieza de seres como Newland Archer llegará a la ebullición libre de temores infundados e impuestos desde dentro; y la existencia de personajes como May, anclados en su propia comodidad y deseosos de mantenerla pese a todo, ya no tendrá cabida en una sociedad de verdad liberada de normas absurdas, ya caducas, sin etiquetas ni marcas, y cuyos únicos límites vendrán ajustados por la sensatez y una sensación real de hacer el bien por los demás.La Edad de la Inocencia es un libro fascinante en ese aspecto, y muy actual, cargado de una simbología que aún hoy, dos siglos después, resuena con un eco propio en nuestro día a día. Enlace: https://juanramonvillanueva...
Había conocido el amor que se alimenta con caricias y que alimenta las caricias; pero esta pasión que sentía más adentro que sus propios huesos no podía ser satisfecha de manera superficial.En La edad de la inocencia de Edith Wharton podemos conocer la vida, los intereses y prejuicios de la sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX. Una sociedad que se dice moderna, pero que en realidad sigue siendo conservadora. En el libro, nos presentan la relación de May Welland, una jóven apegada a las costumbres y tradiciones, y Newland Archer, un jóven que no sabe exactamente lo que quiere pero se ve arrastrando por estás tradiciones. Ambos vienen de familias ricas y están a punto de casarse. Sin embargo, la llegada de la prima de May, la condesa Ellen Olenska, vendrá a perturbar y poner en duda sus planes. Ellen es una mujer interesante y hasta cierto punto misteriosa, pues regresa de Europa separada de su marido y nadie entiende por qué ha dejado esa vida de comodidades para regresar al lugar en donde creció, aguantando las habladurías y malos tratos de los que se creen conservadores.Mi opinión: No sé por qué, pero esta historia me recordó mucho a Ana Karenina, y no es que tengan la misma trama o el mismo final, simplemente que ambas historias tratan de una mujer harta de su situación familiar, que busca un escape en otros placeres sin importarles que afecten la vida de otros a su alrededor. Para mí fue un poco difícil el comienzo del libro, pues mezcla muchos nombres y chisme, que para mi gusto es innecesario. Después la narración toma un mejor ritmo. Sin embargo, esta historia me causó un sentimiento desagradable y de indignación casi todo el tiempo, por ese triángulo amoroso que nos presentan. Además, el final fue un poco confuso para mí. Debo decir que me dejó pensando un buen rato.
Edith Wharton debería dar clases (si pudiera) de cómo se debe transformar una historia sencilla en una que adquiere tanta vida propia por la forma en que está contada, que la simpleza deja de importar. La edad de la inocencia no tendrá el argumento, no es una red intrincada de personajes, intereses y giros, pero compensa todo con una trama que se enreda y va fluyendo sola, casi sin que Wharton la empuje, hacia el final. La historia está ambientada en la New York de 1870. Allí están los miembros de la aristocracia, esos que se quieren parecer a los europeos pero que no cesan de diferenciarse de ellos, armando sus costumbres y sancionando con el olvido a aquellos que no las respeten. Newland Archer es un joven abogado que está comprometido con May Welland, quien a la vez tiene una prima, Ellen Olenska, que vuelve a New York después de un turbulento matrimonio en Europa. Mientras la familia trata de convencerla de que no se divorcie de su marido y vuelva con él, Newland deberá convivir con algunos sentimientos que pensó que ya había enterrado con su pasado. Las mentiras, lo dicho y lo no dicho, la presión de la sociedad y de las familias serán determinantes. Es predecible, lo sé. Casi todo el libro se debatirá en las idas y venidas de un hombre que está a punto de casarse y que ve una sombra cada vez que piensa en la palabra matrimonio. Y esto es, en parte, un pilar fundamental de la historia, ya que la voz narradora se encargará de desgranar muchas ideas sobre el matrimonio, las obligaciones de las personas que lo conforman y los conflictos. También critica a la sociedad neoyorquina con una ironía cruel que hasta me sonó vengativa. El círculo de gente respetable (hasta cierto punto?) y con poder es tan diminuto, que siempre se queda en el centro del blanco de las conversaciones que se dan en las reuniones. Eso le sucede a Ellen Olenska, que con sus intenciones de divorciarse, su manera de vestir y su pasado dudoso es un tema ineludible. No se lo merece: a lo largo de la historia este personaje demuestra tener un carácter admirable, además de pronunciar la mayoría de las frases geniales que se dicen en La edad de la inocencia. Sin embargo, el protagonista es Newland. Me encantó como personaje masculino, sin importar que algunas actitudes hacia el final del libro sean un tanto reprochables. Newland aporta una perspectiva ceñida de la sociedad neoyorquina (a la cual él pertenece y debe padecer), en donde la familia de su novia es una de las voces más censuradoras de la misma. Él se debate entre lo establecido y lo que podría ser. Se nota la tensión que vive cuando trata de defender lo indefendible mientras los demás señalan con el dedo y lo meten en compromisos como convencer a Ellen de que no se divorcie porque está mal visto. No es lo único que va a complicar a Newland en el libro, pero en esos lugares surge la riqueza del personaje y me gustó mucho cómo lo manejó Wharton. Hay muchos otros personajes que se destacan por estar de un lado o del otro, como Mrs. Welland y Beaufort, por evocar a dos que serían el agua y el aceite. Y luego está May, la novia en cuestión, que provoca frialdad con su no opinión de los asuntos, las descripciones desfavorables de la narración y los pensamientos de Newland. Ella tampoco puede eludir los comentarios malintencionados de algunas personas, pero no despierta simpatía como para defenderla. Y al final, tienen un poco de razón. Lo único que pude admirar de ella fue su entereza. Está bien narrado, con una voz cargada de flechas contra los intachables de New York y sus reglas ridículas que afectan la vestimenta, las visitas a las casas, la Ópera y hasta las bodas. Tanto en esta novela como en algunos cuentos que leí, Wharton apunta a temas de los cuales todavía no se hablaba demasiado o causaban cierta incomodidad, a pesar de situarse ya en el siglo XX. Aunque este libro no presenta ninguna resistencia en el estilo, particularmente me sentí perdida en los primeros capítulos que establecen las relaciones de parentesco de unos cuantos personajes. Como usan doble apellido, algunas parejas me hicieron una maraña en la cabeza, pero fue temporal (por suerte). Más allá de eso, La edad de la inocencia se deja leer y sorprende con escenas muy bonitas y memorables entre los protagonistas. El final es agridulce y esperaba que fuera así por el curso de los acontecimientos. Disfruté mucho este libro y lo recomendaría a personas que estén enemistadas con el género romántico, como yo. Cuenta una historia de amor pero no la exprime y no la arruina con melodramas innecesarios y agregados de azúcar en proporciones temibles. Trasciende el género. Hay amor y pasión, pero no como uno se lo imagina al leer las contratapas de ciertos libros. Esto es más del estilo de Jane Austen, en donde una relación o un matrimonio que está por concertarse termina sacando a la luz otras cosas, como la hipocresía de ciertos personajes y los convencionalismos endebles. Wharton tiene un estilo propio, muy sencillo pero sin fisuras, y se vuelve una autora muy interesante para ver. No me había convencido con los cuentos, pero esta novela sacó a relucir lo mejor de ella, evidentemente. Enlace: http://desarmandoclasicos.bl..
Vivir en sociedad significa acatar una serie de normas. Todos (o casi todos) estaremos de acuerdo que unas cuantas, o bastantes de ellas, son necesarias. Pero, ¿por qué tener otras que coartan del todo la libertad de los individuos? Normas que hacen que el que las incumpla sea rechazado de pleno por el resto del rebaño, de manera injusta, pienso tras la lectura de la edad de la inocencia, la novela de Edith Wharton de la que a continuación hablaremos. Newland Archer es un joven abogado neoyorkino con una vida acomodada, una encantadora prometida y un futuro brillante por delante. Su existencia tan ordenada y predecible cambiará, sin embargo, el día en el que vuelva a aparecer en sociedad la prima de su prometida, la bella condesa Ellen Olenska, una mujer separada que ha estado pasando una larga temporada en Europa. Si bien Newland al principio recela de una dama cuyas costumbres y pensamientos contrastan con la rígida alta sociedad neoyorkina, pronto quedará prendado precisamente de su forma de ser y su escasez de prejuicios. ¿Y si Ellen se divorciara definitivamente de su tiránico marido extranjero? ¿Y si Newland deshiciera su compromiso? ¿Podrían ser felices juntos el abogado y la dama? ¿Soportaría el primero el peso del escándalo por fugarse con la segunda? La acción nos sitúa en el Nueva York de 1870 de la más alta y rancia sociedad. Como perteneciente a este estamento social, el joven abogado Newland Archer ha de acatar ciertas normas: hacerse ver en fiestas, el teatro o la ópera; tener una prometida de su misma clase y, por supuesto, no visitar los barrios y lugares en los que viven personas de clase media o baja. Nuestro hombre parece feliz viviendo así hasta que conoce a la condesa Ellen Olenska, la prima de su prometida, la cándida May Welland. Si bien al principio Newland siente cierto rechazo por Ellen y todo lo que esta representa (la figura de la mujer separada que vive su vida fuera de todo convencionalismo, aunque arropada por su familia), pronto irá sucumbiendo a sus encantos como persona y como mujer. Newland Archer representa al hombre recto que acata las normas, al temeroso del qué dirán, a aquel que hará cualquier cosa por no decepcionar a sus iguales y que, por tanto, decide casarse con una mujer a la que pronto descubre falta de encanto; mientras que Ellen Olenska es la mujer que se atreve a huir de un matrimonio tiránico, la que no se preocupa en absoluto de la opinión que genera en el resto de la sociedad, la que disfruta de la vida sin ataduras. Sobra decir que La edad de la inocencia es una novela feminista que nos hace ver el precio que habrían de pagar las mujeres de esta época, incluso las adineradas, por obtener su parte de libertad. Pero, ¿de qué les servía si se enamoraban de hombres que no querían ser igualmente libres? La edad de la inocencia es una gran novela con la que conocer cómo era la alta sociedad de finales del siglo XIX, pero también, gracias al esmero con el que su autora se empeña en describir absolutamente todo, cómo eran las costumbres de la época, el vestuario, la rica arquitectura? La obra, además, y fundamentalmente, nos hace preguntarnos qué es mejor para el individuo: acatar las estrictas normas morales de una sociedad superficial e hipócrita o hacer lo que el corazón dicte con tal de ser feliz. La presente edición de Cátedra, elaborada por Teresa Gómez Reus, consta de una extensa introducción que nos habla de Edith Wharton, de su vida y obras, y un no menos amplio análisis de la novela que enseguida conocerán los lectores. Asimismo, nos encontramos, a lo largo de la lectura, con una buena cantidad de notas y aclaraciones que nos harán comprender mejor esta obra tan interesante como crítica y necesaria. La edad de la inocencia, en definitiva, es una excelente novela con la que conocer de forma exhaustiva la sociedad neoyorkina de finales del siglo XIX, los problemas con los que debían enfrentarse aquellos que no querían salirse de las normas y los que sí afrontaban los miembros de la sociedad que, a ojos de los demás, caían en desgracia por hacer las cosas de forma diferente a los demás. Una obra sobre la hipocresía de los convencionalismos, el amor y la felicidad que está esperando a que la leas para que tú también te hagas ciertas preguntas. Dicho esto, ¿a qué esperas para hacerte con ella? Enlace: https://laorilladelasletras...
A lo largo del libro podemos ver las diferencias entre la cultura europea, sobre todo en el personaje de la condesa Ellen Olenska, y la americana, en todos los vecinos de Nueva York. Por supuesto, Olenska tendrá que dejar a un lado sus ideas para intentar integrarse en la sociedad de Nueva York, aunque en muchas ocasiones protestará y se rebelará. Por otro lado, ciertas situaciones que se ven normales entre los vecinos estadounidenses, pueden ser fatales entre la sociedad europea, tal como señalan algunos de los personajes.La sociedad es muy importante para todos los personajes del libro, quizá un poco menos para la condesa. No obstante, todos quieren ser uno más de esta sociedad antigua, donde la mujer piensa lo que piensa su marido, donde todo el mundo se rige por las convenciones establecidas, donde nadie es libre aunque muchos de sientan así. Por esto, cualquier metedura de pata por parte de alguien, por pequeña que sea, se castiga con el aislamiento social por parte de todos los vecinos, y con críticas hacia esa persona en cuestión. Conviene aclarar que en esta novela se trata básicamente de la alta sociedad, tanto newyorkina como europea. Archer, el protagonista masculino, al principio de la novela es uno más, pero al conocer a Ellen se da cuenta poco a poco de la hipocresía de esta burguesía sin sentido, y así podemos ver cómo la personalidad de éste va evolucionando a lo largo de la lectura.Además, en numerosas ocasiones en la novela se citan ciudades y zonas españolas, como Granada o Castilla, y parece que todos coinciden en que España es un lugar inmejorable para visitar y conocer gente interesante. Me ha sorprendido gratamente el encontrarme con estas frases sobre mi país.En cuanto a las descripciones, son numerosas, pero podemos dividirlas sobre todo en dos tipos: las descripciones sobre paisajes, bellas por el tema tratado, y las descripciones de eventos sociales, detallando no solo el lugar de la celebración, sino también a las personas que acuden y sus indumentarias. Estas descripciones son ricas en detalles, dando uso de un vocabulario específico de la época muy interesante. A veces, incluso se usan vocablos en francés, ya que entonces estaba de moda.Un título clásico en el que cabe la sorpresa y el lujo a partes iguales. Su lectura es muy recomendable sin duda alguna.

Comentarios de lectores del libro La edad de la inocencia

Obra que si bien fue escrita en 1920, posee el típico estilo victoriano. Resulta entretenida, pero considero que podía haber sido mejor. En un comienzo parece que va a funcionar y que será una gran obra, pero luego las esperanzas parecen un tanto frustradas por la falta de encuentros entre los enamorados, que imposibilitan que uno pueda encariñarse con aquel amor que sienten entre si. A diferencia de lo que opinan otros lectores, el final no me pareció impactante; pero me gustó por la cruda imagen que da la autora sobre los fijos convencionalismos de la época. En definitiva, es una obra entretenida que recomiendo, sobre todo a aquellos que se sienten atraídos por libros escritos con este estilo. Si bien las comparaciones son odiosas, no puedo evitar mencionar que a menudo me recordó a Jane Austen, con la diferencia de que Edith Wharton la supera ampliamente a la hora de escribir.Probaré con más obras de la autora a ver si me logran dar lo que en ésta se quedó en un esbozo.

Autor del comentario: CAROLINACOPES
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Una maravillosa y bien narrada historia de amor.Unos protagonistas con muchos perjuicios.La he leído dos veces.La primera vez que la leí era muy joven,con esa edad en la que un libro tenia que ser realmente bueno para que te gustara,y esta novela me encanto.La volví a leer porque vi la película,que por cierto también me gusto bastante,con unos actores que interpretan de maravilla a estos atormentados enamorados.

Autor del comentario: ANGELICAL
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Wharton es (fue) una escritora sorprendente, a partir de una historia corriente o usual como puede ser el enamoramiento y la tentación de la infidelidad crea una obra exquisita en sus pequeños detalles pues logra transmitirnos los pensamientos, dudas y sentimientos de los tres protagonistas a la vez que pone de manifiesto las costumbres de la época y por lo tanto el dilema de Newland.La recomiendo para que conozcan a la Ciudad de Nueva York de principios del siglo XX aunque definitivamente el final no me gusto en absoluto, los protagonistas merecían más pero no hay forma de reclamarle a Wharton.

Autor del comentario: BCLAUDIA
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Pues cuando compré el libro me guié primero porque estaba escrita en el idioma original, el inglés, segundo porque me atrajo lo de una "satírica y algunas veces oscura comedia", y tercero ganadora de un Pulitzer.Al principio todo iba bien,con descripciones del estilo de vida de la clase alta de Nueva York en los años 1870s,y lo que sería el triangulo amoroso de la historia,sin embargo todas esas promesas a mi parecer se ven cortadas por las constantes descripciones del estilo de vida en esos años,lo que hace que por varios capítulos se pierda el hilo de la historia, es en la segunda mitad del libro cuando se vuelve a retomar de una forma más constante todo lo que esperamos de una historia de amor que no puede llegar a ser, pero lamentablemente vuelve a perderse por unos cuantos capítulos,no es sino al final del libro cuando vale la pena todo lo anterior ya que porfín ocurre algo emocionante.No es mi estilo de libro y todavía me pregunto en donde quedó lo "satírico y la comedia oscura",pero igual es recomendable para personas que gusten del romance y los amores imposibles.

Autor del comentario: QUIQUE_GON
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Una novela completa, así la definiría. Primero, consigue despertar interés por una época y, sobre todo, por un escenario que se nos transparenta a lo largo de la narración: el hipócrita y anquilosado Nueva York del siglo XIX. Después, porque el relato conserva permanentemente la tensión que subyace en la relación entre los dos personajes centrales, Ancher y Ellen. Por otra parte, la prosa se eleva desde el principio y nunca abandona los peldaños de excelencia. Y como guinda, ahí queda ese final conciso y perfecto. Tengo la impresión de que, a diferencia de otras muchas, esta novela ha ganado con el salto temporal.

Autor del comentario: NANDOFERR
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No puedo puntuar esta novela. No la he acabado. Tiene una forma de narrar típica de algunos escritores del siglo XIX y principios del XX; no está narrada de forma fácil, cuesta un poco leerla por la cantidad de vocabulario denso y recargado, con frases que tuve que leer varias veces para ver si descifraba el significado, frases demasiado rebuscadas… y sin embargo es una gran novela, es un placer leer este tipo de narración, aunque ahora mismo no estoy en el momento en que sepa apreciarla adecuadamente... Me ha pillado en un momento en que tengo necesidad de otro tipo de novelas más accesibles.

Autor del comentario: CARMENAMADO
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Obra que si bien fue escrita en 1920, posee el típico estilo victoriano. Resulta entretenida, pero considero que podía haber sido mejor. En un comienzo parece que va a funcionar y que será una gran obra, pero luego las esperanzas parecen un tanto frustradas por la falta de encuentros entre los enamorados, que imposibilitan que uno pueda encariñarse con aquel amor que sienten entre si. A diferencia de lo que opinan otros lectores, el final no me pareció impactante; pero me gustó por la cruda imagen que da la autora sobre los fijos convencionalismos de la época. En definitiva, es una obra entretenida que recomiendo, sobre todo a aquellos que se sienten atraídos por libros escritos con este estilo. Si bien las comparaciones son odiosas, no puedo evitar mencionar que a menudo me recordó a Jane Austen, con la diferencia de que Edith Wharton la supera ampliamente a la hora de escribir.Probaré con más obras de la autora a ver si me logran dar lo que en ésta se quedó en un esbozo.

Autor del comentario: CAROLINACOPES
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Obra que si bien fue escrita en 1920, posee el típico estilo victoriano. Resulta entretenida, pero considero que podía haber sido mejor. En un comienzo parece que va a funcionar y que será una gran obra, pero luego las esperanzas parecen un tanto frustradas por la falta de encuentros entre los enamorados, que imposibilitan que uno pueda encariñarse con aquel amor que sienten entre si. A diferencia de lo que opinan otros lectores, el final no me pareció impactante; pero me gustó por la cruda imagen que da la autora sobre los fijos convencionalismos de la época. En definitiva, es una obra entretenida que recomiendo, sobre todo a aquellos que se sienten atraídos por libros escritos con este estilo. Si bien las comparaciones son odiosas, no puedo evitar mencionar que a menudo me recordó a Jane Austen, con la diferencia de que Edith Wharton la supera ampliamente a la hora de escribir.Probaré con más obras de la autora a ver si me logran dar lo que en ésta se quedó en un esbozo.

Autor del comentario: CAROLINACOPES
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Una maravillosa y bien narrada historia de amor.Unos protagonistas con muchos perjuicios.La he leído dos veces.La primera vez que la leí era muy joven,con esa edad en la que un libro tenia que ser realmente bueno para que te gustara,y esta novela me encanto.La volví a leer porque vi la película,que por cierto también me gusto bastante,con unos actores que interpretan de maravilla a estos atormentados enamorados.

Autor del comentario: ANGELICAL
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Wharton es (fue) una escritora sorprendente, a partir de una historia corriente o usual como puede ser el enamoramiento y la tentación de la infidelidad crea una obra exquisita en sus pequeños detalles pues logra transmitirnos los pensamientos, dudas y sentimientos de los tres protagonistas a la vez que pone de manifiesto las costumbres de la época y por lo tanto el dilema de Newland.La recomiendo para que conozcan a la Ciudad de Nueva York de principios del siglo XX aunque definitivamente el final no me gusto en absoluto, los protagonistas merecían más pero no hay forma de reclamarle a Wharton.

Autor del comentario: BCLAUDIA
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Pues cuando compré el libro me guié primero porque estaba escrita en el idioma original, el inglés, segundo porque me atrajo lo de una "satírica y algunas veces oscura comedia", y tercero ganadora de un Pulitzer.Al principio todo iba bien,con descripciones del estilo de vida de la clase alta de Nueva York en los años 1870s,y lo que sería el triangulo amoroso de la historia,sin embargo todas esas promesas a mi parecer se ven cortadas por las constantes descripciones del estilo de vida en esos años,lo que hace que por varios capítulos se pierda el hilo de la historia, es en la segunda mitad del libro cuando se vuelve a retomar de una forma más constante todo lo que esperamos de una historia de amor que no puede llegar a ser, pero lamentablemente vuelve a perderse por unos cuantos capítulos,no es sino al final del libro cuando vale la pena todo lo anterior ya que porfín ocurre algo emocionante.No es mi estilo de libro y todavía me pregunto en donde quedó lo "satírico y la comedia oscura",pero igual es recomendable para personas que gusten del romance y los amores imposibles.

Autor del comentario: QUIQUE_GON
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Una novela completa, así la definiría. Primero, consigue despertar interés por una época y, sobre todo, por un escenario que se nos transparenta a lo largo de la narración: el hipócrita y anquilosado Nueva York del siglo XIX. Después, porque el relato conserva permanentemente la tensión que subyace en la relación entre los dos personajes centrales, Ancher y Ellen. Por otra parte, la prosa se eleva desde el principio y nunca abandona los peldaños de excelencia. Y como guinda, ahí queda ese final conciso y perfecto. Tengo la impresión de que, a diferencia de otras muchas, esta novela ha ganado con el salto temporal.

Autor del comentario: NANDOFERR
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