«Es necesario que esto acabe: esa era la frase que estaba en boca de todos. Si la diplomacia podÃa evitar la guerra, tanto mejor: nadie en Francia la querÃa. Cualquiera que hubiera pasado los primeros dÃas de agosto en ParÃs podrÃa dar fe de que este era el espÃritu generalizado. Pero si tenÃa que haber una guerra, entonces el paÃs y cada una de sus almas estarÃan preparados para afrontarla.»En 1914, año en que estalló la primera guerra mundial, Edith Wharton tenÃa cincuenta y dos años y gozaba de un tremendo prestigio como novelista. Desde 1910 residÃa en Francia, el paÃs que más amaba. No es difÃcil imaginar, pues, el horror que supuso para ella la invasión de Francia por los alemanes. A principios de 1915 la Cruz Roja francesa le pidió que informara sobre las necesidades de los hospitales del frente. Lo que vio le hizo albergar la idea de narrar sus experiencias en una serie de artÃculos para la ScribnerÂ’s Magazine, que luego serÃan recopilados en el presente volumen. Era una época en que los corresponsales extranjeros estaban excluidos de la zona de combate. Pero nadie, por poderoso que fuera, era capaz de disuadir a Edith Wharton de su empeño, y de ese modo decidió abandonar su apartamento parisino para visitar, en seis apasionantes expediciones, el frente de batalla en que se decidÃa el destino de Europa, de Dunkerque a Belfort.