El falsificador Clay Shelton, dueño de tantos nombres comodisfraces, trabaja solo. Sin complices y sin escrupulos vacÃa las arcas de losbancos. Un policÃa capaz de jugarse su propia sombra, Arnold Long «El
Apostador» —universitario, hijo de millonario y campeón de boxeo—, apuesta unavez más a que detendrá un ladrón antes de tres meses. Puede que gane, pero pormucho tiempo temerá que la «Mano del PatÃbulo» salga de la tumba y le retuerzael cuello.