Pablo MarÃn vive estrechamente en un cuartucho de su mÃsero salario de funcionario de Correos. Pablo hace castillos en el aire sobre posibles subsidios y subidas de sueldo que le permitan salir de tanta miseria. Su mujer, Teresa, hundida en el tedio y la rutina, también fantasea con los tiempos en los que podrÃa haber conseguido un marido mejor. Pero los cosas empeoran. Tienen que abandonar la habitación que —con la carestÃa de los años 50— ya no pueden pagar. Se instalan, al fin, en otra igual de mÃsera, pero un dÃa, al volver del trabajo, Pedro descubre que las cosas todavÃa pueden ir a peorÂ…
Uno de los aciertos de Funcionario público radica en que esta trama vulgar —la carestÃa de la vida y de la vivienda, en particular, en la España de los 50— se convierte en el eje del relato. Los personajes viven un proceso de desilusión y escepticismo ante el que se limitan a estar, maniatados por la pasividad. Padecen y son vÃctimas de unas circunstancias fuera de su control.
Funcionario público fue la primera novela escrita por una mujer que se ajusta a los procedimientos teóricos del Realismo Social. La técnica narrativa se basa en un narrador omnisciente, en tercera persona, que crea la ilusión de objetividad, incluyendo, entre otras fórmulas, retazos de artÃculos de los periódicos de la época. La enunciación de los pensamientos, ideas y preocupaciones de los personajes, los que no comunican a los demás y tienen en ocasiones un tono irónico, amargo y mordaz, los expresa ese narrador en un monólogo —que tipográficamente aparece entre paréntesis— que refleja el proceso mental de la conciencia individual.