Convertirse en Rey a la edad de solo 28 años fue un gran shock para Edward y los últimos seis meses habÃan sido un poco borrosos, transformándose de un hombre que no tenÃa que preocuparse demasiado por la forma en que actuaba, a uno que tiene los ojos del mundo sobre él.
Se lo habÃa tomado todo con calma, pero su vida se habÃa vuelto mucho más aburrida ya que apenas habÃa empezado a explorar sexualmente sus fantasÃas internas y era un mundo que era mucho más difÃcil de explorar cuando eres una de las personas más famosas en el planeta. HabÃa tenido la cogida ocasional desde su coronación, pero tenÃa que ser mucho más cuidadoso que en el pasado.
HabÃa chicas de todas partes de la tierra a las que les encantarÃa tener un pedazo de su Rey, pero nunca se podÃa confiar en los desconocidos para que se callaran. El palacio en el que vivÃa tenÃa muchas mujeres que trabajaban allÃ, pero la mayorÃa de ellas eran bastante viejas o ya estaban tomadas. Los eventos sociales que solÃa frecuentar se habÃan convertido en ocasiones más formales y la expectativa de tener que casarse con alguien de la clase social correcta siempre lo molestaba.
Mientras caminaba de regreso al palacio después de uno de sus aburridos compromisos, vio a un nuevo miembro de la familia que no habÃa visto antes. Era difÃcil no darse cuenta mientras estaba inclinada sobre un escritorio frente a él, con el pliegue superior de sus senos mostrándose justo por encima de su blusa blanca y justo entre su chaqueta.