«Jonathan, Jessica y yo empujamos a nuestro padre, haciéndole rodar por el comedor y a través de la coquetona cocina estilo inglés antiguo. Nos costó bastante trabajo pasarle por la puerta trasera, porque se habÃa puesto muy rÃgido. Y no me refiero a su carácter, aunque siempre que le venÃa en gana habÃa actuado como un tirano. Ahora estaba rÃgido, sencillamente, porque el rigor mortis habÃa endurecido sus músculos. Pero no nos arredramos por ello. Le dimos unas cuantas patadas hasta que se dobló por el medio y pudimos hacerle pasar por el marco de la puerta».