'Una onda de choque comienza a propagarse a partir del despertador y se va extendiendo hasta que tropieza con la pared. Parte de la energÃa que lleva hace que se calienten las cortinas de las ventanas por la fricción del contacto, mientras que una gran parte de la energÃa rebota, entra en los oÃdos de la pareja que está dormida y los despierta'. No se trata del principio de una novela de ciencia fricción, sino de las primeras lÃneas del ameno relato de veinticuatro horas de la vida de una casa. Con un lenguaje tan vivo y cautivador como el de una novela, el autor describe todos los dramas que continuamente se desarrollan en nuestras casas. Una gran parte de lo que ocurre es invisible a simple vista, o inaudible para un oÃdo normal: la respiración de los huevos en la despensa, el balbuceo de las latas en las estanterÃas de la cocina, los gemidos de los colgadores de ropa...