No sé cómo empezar. Lo cierto es que tampoco sécómo terminaré. Entre otras cosas, porque desconozco el final. Pero, de todosmodos, sea cual sea, ha de ser terrible. Para mÃ, y para todos. Tengo miedo. Mucho miedo.
Algo, incluso, que es más que miedo. El pánico me invade, me hiela la sangreen las venas. Y hay motivo para ello. Aunque, a estas alturas, casi he dejadoya de sentir miedo, por llegar a considerar habitual lo insólito y loespantoso. AquÃ, uno llega incluso aolvidar la vida anterior; todo aquello que está fuera de aquÃ, en algún lugarcercano, cercano, muy cercano, y, a la vez, terriblemente lejano para mÃ; unlugar que la gente llamamos mundo. Y que yo añadirÃa que conocemos como mundonormal. No, esto no es normal. Nopuede serlo. En realidad, lo que está ocurriendo aquÃ, no puede ocurrir. Peroestá ocurriendo. Eso es indiscutible. Está sucediendo asà desde el principio.
Pudo parecer simple imaginación, en sus inicios. Pudo, incluso, dar laimpresión de que uno estaba loco. De que todos estábamos locos. Todos.