A medida que se aproximaba alos montÃculos de la curva, la oscuridad crecÃa y crecÃa. Era ya casi noche cerradacuando los alcanzó y se dispuso a rodearlos, para verse ante las luces de
Whitefield que, sin duda alguna, serÃan un paisaje acogedor y esperanzado. Olivia Caine jamás llegó adoblar esa curva que significaba, virtualmente, el fin de su camino. Allà encontróla muerte. Una muerte atroz, increÃble.
Una muerte que ella no podÃa esperar en modo alguno, y que surgió de repente delos frondosos abetos situados en el montÃculo más próximo.