«Y en aquellos instantes, en el cementerio local, dos hombres procedÃan al robo de un cadáver sepultado no hacÃa muchas horas.
Y todo eso, con ser mucho, era sólo el principio.
El principio de un horror que iba a desencadenarse, no tardando mucho, sobre aquella ciudad. Un horror que estalló justamente en aquella madrugada, cuando ya toda la población parecÃa dormir, cuando el último local de diversión y de bebidas, habÃa cerrado sus puertas, y se presentÃa la llegada del alba, lÃvida y espectral, no más tarde de unas pocas horas».