Su nombre era Alicia Kendall, y acababa de cumplir los veinte años.
No era, pues, una niña como la heroÃna del famoso cuento de Lewis Carroll, que tanto éxito habÃa tenido en toda Inglaterra desde su primera aparición en 1865, por MacMillan Editores, de Londres. Sin embargo, el delicioso relato era su favorito, y ahora mismo estaba hojeándolo, distraÃda, examinando las ilustraciones de Jonn Tenniel, que con el tiempo llegarÃan a ser clásicas, y complemento indispensable para leer la fábula creada por el reverendo Charles Lutwidge Dodgson, cuyo auténtico nombre casi nadie conocerÃa en el futuro, y sà su seudónimo de Lewis Carroll.