El gran edificio blanco ocupaba la colina.
A sus alrededores, grandes extensiones de tierra aparecÃan acotadas por las vallas metálicas que impedÃan el paso a toda persona ajena a la instalación. Un sendero asfaltado, serpenteando entre los bosques de la zona, conducÃa hasta la entrada al recinto. AllÃ, una puerta accionada electrónicamente y vigilada por miembros de la PolicÃa Militar, impedÃa el paso a cualquier visitante.