Ariadna
TodavÃa recordaba sus ojos.
Su aura dominante y salvaje.
Mi mente y corazón siempre le pertenecieron.
Pero ahora todo mi ser le pertenecÃa completamente.
Cómo decirle que no al deseo latente que sentÃa por él?
Demon
La dejé ir sabiendo que volverÃa a mÃ.
Diez años esperándola, y no la dejarÃa ir nunca más.
Solo con verla mi sangre hervÃa en agonÃa por tocarla.
Ella me pertenecÃa y nada ni nadie me la quitarÃa.
Este libro contiene escenas eróticas explÃcitas y violencia leer bajo su propio criterio.