Kint Beresford se dedicaba a la cirugÃa plástica desde hacÃa cinco años. Era un hombre famoso en Londres. Famoso y respetado, y sus secretarias, enfermeras y ayudantes, se contaban por docenas. Ocupaba un edificio en Hyde Park. Un edificio de seis plantas, una dedicada a vivienda personal, dos a oficinas y dos a clÃnica. El sexto lo ocupaban los empleados casados, con sus familias. Era Kint Beresford un hombre de aspecto vulgar, rubio, de un rubio ceniza, ojos grises y penetrantes, tez morena, salpicada por alguna peca, dientes muy blancos, y de estatura más bien corriente. TenÃa treinta y tres años, y hacÃa cinco que su nombre se pronunciaba en Londres con admiración. De la nada habÃa llegado a ser una de las personas más conocidas en Londres, y que con mayor asiduidad frecuentaba los grandes cÃrculos. Si alguien conocÃa su pasado, hacÃa que lo ignoraba, lo que a Kint le tenÃa sin cuidado, pues nunca se avergonzó de su oscuro origen. La persona que mejor lo conocÃa era Batt Marsdon, a quien Kint apreciaba de verdad, pues aparte de esté, Kint no profesaba afecto más que a su carrera y a su poder.