Respiró a pleno pulmón.
Era un buen asunto aquel que ofrecÃa en la prensa de la mañana.
«Profesor para niño de cinco años».
Además un niño de cinco años. No darÃa demasiada lata y él podrÃa dedicarse a su vocación.
Mejor que estar trabajando en aquella oficina por las noches.
O en la cafeterÃa llevando la contabilidad. Era odiosa la contabilidad, no tenÃa alma, ni espÃritu.
Los números resultaban odiosos.
IrÃa aquella tarde a casa de la señora Smith.